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El albergue de Uba ofrecerá a Donostia 200 nuevas plazas hosteleras

Donostia contará en breve con casi doscientas plazas hosteleras más gracias a la apertura del albergue de Uba, proyecto de alojamiento económico -en torno a 20 euros por persona y noche- ubicado en un entorno idílico y gestionado por la Sociedad de Fomento.

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Imanol INTZIARTE

Las últimas previsiones apuntan a que su apertura se producirá este próximo setiembre, si bien las sucesivas demoras invitan a la cautela. El pasado viernes, el Ayuntamiento programó una visita guiada para los medios -finalmente aplazada por cuestiones de agenda- pero que demuestra que falta poco para su puesta de largo.

Euken Sesé, director de Fomento, y Eduardo Fernández, responsable de este proyecto, atendieron a GARA hace una semanas para dar cuenta de sus pormenores. El albergue se halla en Martutene, al pie del parque de Ametzagaina. Se accede desde el barrio de Txomin, cruzando el río Urumea y pasando junto a las viviendas de los militares españoles que residen en el cuartel de Loiola.

En su origen, el edificio acogió el hospital antituberculoso Nuestra Señora de las Mercedes. Posteriormente fue sede de Traperos de Emaus, hasta que este colectivo se trasladó al polígono de Belartza. En principio, el proyecto se diseñó para que lo gestionara íntegramente una empresa privada, pero no estaba el horno para bollos y Fomento tuvo que asumirlo.

«Había hoteles, pero no alojamientos baratos. Así que hicimos una propuesta para un albergue destinado a otro tipo de clientes», explica Sesé. «Hay mucha gente que tiene dinero y hace viajes largos, pero prefiere gastarlo en otras cosas en vez de en el alojamiento y busca otros ambientes», añade.

Uba estará abierto a todo el mundo, si bien entre las palabras de los responsables de Fomento se adivina el perfil de ese visitante que, por ejemplo, acude a la capital guipuzcoana con la mochila al hombro a disfrutar del Festival de Jazz o del Zinemaldia. O de esa cuadrilla de surfistas que aspira a cabalgar las mejores olas en La Zurriola.

Un entorno idílico

La visita comienza en el exterior, donde ya el color verde fosforito salta a la vista. Hay dos aparcamientos que suman más de cuarenta plazas. En la parte delantera se ha equipado una cancha polideportiva con porterías de balonmano o fútbol-sala y canastas. Una hermosa arboleda, con una moqueta de hierba a sus pies, promete un futuro de almuerzos o meriendas sobre el verde y, por qué no, alguna que otra siesta.

Ya en el interior, en la planta baja y a mano derecha estará la cafetería, que será adjudicada a una empresa externa. Ofrecerá el servicio de manutención a las personas alojadas en el albergue, pero también será sin duda un lugar de referencia para todos los donostiarras que entran o salen de sus paseos por el parque. Y se puede dar fe de que es un lugar muy concurrido a poco que acompañe el buen tiempo.

A mano izquierda estará la recepción. Ya fuera de la vista del público, en la parte trasera, se encuentra la caldera. Funciona con biomasa y es la que surte de agua caliente y calefacción a toda la instalación. «No hay gas ni combustibles fósiles», indica Eduardo Fernández.

En el primer y el segundo piso están las habitaciones. Son 196 camas, divididas en diez habitaciones para dos personas, catorce para cuatro y veinte para seis. Todas con baño completo y dos de ellas adaptadas a personas con movilidad reducida. El balcón es corrido y da la vuelta a toda la planta, así que no es difícil imaginar que, teniendo en cuenta además que muchos clientes serán jóvenes, puede dar mucho juego.

En la planta superior se accede a una sala de estar para jugar, charlar... Cuenta con una pequeña cocina libre, así que también puede hacer la función de comedor. De aquí se sale a la terraza exterior, ideal para tomar el sol. De hecho, se han instalado paneles para aprovechar la energía del astro rey.

En la parte delantera, por encima de las copas de los árboles, las vistas hacia la vega del Urumea y los montes más alejados son preciosas. A nuestra espalda queda un frondoso bosque, ya perteneciente al parque de Ametzagaina.

Por ahora el punto débil es, igual que sucede con el albergue de Ulia, el transporte público. El tren de Renfe tiene parada en Martutene, igual que el autobús de línea, pero luego resta hasta Uba una prolongada caminata que, además, con poca luz ofrece poca sensación de seguridad. Lo mismo sucede con el camino desde la futura estación de Euskotren en Intxaurrondo, a través del parque. Los responsables de Fomento reconocen este déficit y trabajan para subsanarlo.

 

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