Carlos GIL Analista cultural
Más acción
La cultura no es un lujo. Es el nuevo eslogan de resistencia para sintetizar la protesta contra la subida del impuesto indirecto más discriminatorio que afecta de manera muy específica a la cultura en vivo. ¿Se puede discrepar? Escucho voces de otras realidades sociales, económicas, geográficas hablando de cultura y desarrollo y se confunden los términos. ¿Se pueden llegar a acuerdos de colaboración factible entre Mali, Brasil y Australia? ¿Cómo pasar de la intención a los hechos desde las buenas voluntades? Hablar no compromete, ayuda a vislumbrar espejismos, pero es la acción la que debe objetivar las doctrinas. No hay un desarrollo para la cultura, la cultura es el desarrollo.
Acción tras la reflexión, la fijación de los objetivos, con una buena metodología, con presupuesto y con decisión política. Y contando con la fuerza creativa como único motor capaz de lograr que funcione la maquinaria. Las estructuras deben estar al servicio de la creación y pensando en la noción primordial, hacer una cultura democrática que llegue a la sociedad para reafirmarse, reflejarse, compartir un espacio de intangibles y valores inmateriales que no se puede revalorizar en el mercado, ni gestionar desde la insensibilidad artística.
Al escuchar a una activista cultural tunecina reclamando acción pero desde posturas que acaben con el eurocentrismo cultural y el dirigismo neo-colonial, uno despierta del sopor. Eso es, acción, pero la cultura sí ha sido y es un lujo. Nuestro patrimonio cultural histórico está en las iglesias o en los palacios. El objetivo es que ese lujo pueda estar al alcance de la inmensa mayoría. Más acción. Ni bendición ni cesión caritativa.