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A / F. Rodríguez Artista

Error

El campo del arte, el conjunto de vivencias y experiencias que da sentido y contenido al entramado artístico, es un buen aliado del error. Como práctica experimental, el arte provoca desplazamientos de significado y abre vías inesperadas en lo sensible. A veces no se trata tanto de un descubrimiento como de una sugestión.

Quizá por ello, la especificidad de la enseñanza artística ha de plantear siempre emboscadas al pensamiento organizado para poder extraer nuevos dilemas sobre los que seguir trabajando. En el proceso de aprendizaje, aquellos contenido inclasificables que se generan por error se convierten en saberes específicos, en contenidos propios del arte.

Los errores siempre han guiado la evolución, también en el arte, ya que la perfección no ofrece ningún incentivo para la mejora.

Como ha ocurrido con todas las tecnologías, la digital ha posibilitado un enorme terreno de exploración: virus, incompatibilidades, ruidos y distorsiones de todo tipo que provocan nuevas formas expresivas.

El error en la lectura digital del audio (glitch) produjo nuevas influencias que se filtraron en todos los géneros musicales. La lectura digital de la imagen también provoca dislocaciones; ya no se trata de la nieve televisiva sino de píxeles que se quedan atragantados en la pantalla y que sugieren una nueva estética. El empuje de los videojuegos y su vasto territorio de experimentación no ha pasado desapercibido para los creadores, que han visto en la anomalía un elemento diferenciador con respecto a otras formas de narración.

Sin duda, el título de esta columna debería haber llevado «h».