Ninguno de los partidos mayoritarios calificados como españolistas o nacionalistas españoles se identifican con el término; suelen utilizar el término «no nacionalistas» y «constitucionalistas» para designarse a sí mismos frente a los nacionalistas, a estos suelen designarlos como «periféricos». Están los nacionalismos sin estado, los nacionalistas españoles. Y toda la prensa adicta y agradecida, consideran que todos son excluyentes... menos ellos, excepción que confirma la regla en todo el resto del mundo.

Los partidos españolistas, constitucionalistas y centralistas, del PP y PSOE, siempre desavenidos y a la gresca, de pronto, cargados e imbuidos con el espíritu de la Constitución, se unen para hacer un cambio a su antojo, la hasta ahora «intocable y sacralizada» Carta Magna.

Según dicen, es la norma fundamental que rige nuestra democracia, y que se consiguió con el consenso de todas las formaciones políticas; despóticamente, sin siquiera debatir con los demás partidos, imponen un tope constitucional al «déficit público». Esta es la democracia de la que hacen gala.

Leía el otro día «que ahora encontramos nacionalismos contrapuestos lanzados unos contra otros como trenes a toda máquina». Añado también una página que existe en Facebook, ¡Nacionalistas españoles que odian a los nacionalistas! Vaya porvenir que nos espera...