Alargar la agonía de un modelo fracasado
La situación de minoría parlamentaria en la que se encuentra UPN tras la ruptura del pacto de Gobierno con el PSN está empezando a hacer mella en las filas del partido de Yolanda Barcina. Cuando ni siquiera ha transcurrido año y medio desde las elecciones, con casi tres por delante, la formación que ha gobernado en Nafarroa casi ininterrumpidamente en las últimas décadas es consciente de que su situación es insostenible. En ese contexto se entienden las declaraciones realizadas ayer por Carlos García Adanero, que pretendían ser conciliadoras con su exsocio, buscando recuperar la estabilidad que ya no tiene el Ejecutivo.
Para ello, el secretario general de UPN apela a la razón de Estado, a aquello que une a su partido y al que Roberto Jiménez dirige en Iruñea pero que tiene la antena puesta en Madrid: el Amejoramiento, la Constitución española y el estatus de Nafarroa como comunidad diferenciada. «Eso es fundamental», zanja García Adanero. Y por si el envido no fuera suficiente para devolver al redil a quienes durante años han sido fieles gregarios, recuerda que cualquier alternativa pasa por contar con los votos de Bildu, sabedor de la incomodidad que esa constatación causa en las filas del PSN.
Con todo, no parece que el dirigente de UPN tenga muchas esperanzas de que su llamada sea atendida. El PSN sabe que una vuelta a las andadas no sería entendida entre sus bases ni por el conjunto de la sociedad navarra, cuyo rechazo a la política desarrollada por el Gobierno de Iruñea y los recortes acometidos en servicios públicos fundamentales es evidente. Lo que propone García Adanero es alargar la agonía de un modelo fracasado, y cuando el debate sobre el futuro de Nafarroa y sobre su viabilidad como comunidad separada del resto de los territorios de Hego Euskal Herria está muy presente, sus declaraciones muestran un tono desesperado. Sabe que las ciudadanas y ciudadanos navarros les han dado mayoritariamente la espalda, y que su hegemonía puede tener los días contados.