BALONMANO | Torneo masculino / Semifinales
Francia supera con autoridad a Croacia
Suecia disputará su cuarta final olímpica tras vencer sin apuros a Hungría.
Juan Carlos ELORZA
FRANCIA 25
CROACIA 22
Los dos máximos goleadores de Croacia (Cupic y Dvunjak) se quedaron en cero goles (de 9 lanzamientos, 7 del central y un penalti fallado por el extremo), en la primera mitad de los 17 lanzamientos de sus jugadores titulares de primera línea solo marcaron tres goles (el 57% de Omeyer en la portería tuvo mucho que ver). Y gracias a que Francia perdió 8 balones en el primer período (lo que concedió 28 tiros a los croatas, por 18 de los galos), pero ni por esas. No era el día de Croacia, que no tuvo opciones para meterse en el partido en ningún momento.
Francia tuvo una puesta en escena espectacular, le metió un 3-0 en los primeros minutos s Croacia y blindó su portería, encajando solo dos goles en los diez primeros minutos. Demasiada ventaja para un equipo tan experimentado comoel francés, que con el marcador a favor, el Omeyer de las mejores ocasiones, y Karabatic y Abalo enchufadísimos (7 goles de 9 lanzamientos entre los dos en el primer período), se dispuso a gestionar la ventaja.
Alilovic -su peor día en mucho tiempo- dejaba el sitio a Losert, e incluso los exademaristas Bicanic y Buntic disponían de minutos para intentar aportar algo a una primera línea, y aprovechando las pérdidas francesas se acercaron al 12-10 al descanso. Pero en la reanudación las cosas no variaron, el seleccionador francés aprovechó el buen momento de Accambray (3 de 4 en la segunda parte) para dosificar a los suyos, del 14-13 pasaron al 18-13, y los croatas bajaron los brazos, impotentes. Habían perdido su ocasión.
HUNGRÍA 26
SUECIA 27
Los 9 goles de Mocsai fueron decisivos para vencer a Serbia y meter a Hungría en cuartos de final, pero ayer el lateral solo acertó con uno de sus cinco lanzamientos. Nagy le cogió el relevo con otros 9 tantos ante Islandia que llevaban a los magiares a semifinales, pero el ex del Barça firmó ayer un paupérrimo cero de seis. Con dos de sus principales lanzadores muy desacertados, a Hungría se le puso el partido cuesta arriba.
Y eso que los primeros 16 minutos fueron igualados (8-8), ninguno quería dar su brazo a torcer, pero en los cinco últimos minutos dos remates fallados por Nagy, y otro de Mocsai, fueron aprovechados por Suecia para abrir una brecha (11-15).
En la segunda mitad el portero talismán de Hungría, Fazekas, salió en lugar de Mikler, y mejoró sus prestaciones en la portería, facilitando que el marcador volviera a estrecharse (20-21 en el minuto 39). Pero Suecia, viendo la final al alcance de la mano, con sus experimentados exjugadores y ahora seleccionadores Stefan Olsson y Ola Lindgren en la banda, supieron hacer la «goma» perfectamente.
Con sus mejores hombres más acertados (Andersson, Kallman, Ekberg, Petersen y Du Rietz), cada vez que Hungría se acercaba a un gol Suecia se volvían a despegar, de forma que nunca llegaba el empate. Csaszar era el estilete magiar (6 goles en la segunda mitad) ante la ineficacia de sus cañoneros, pero no fue suficiente, y Suecia jugará su cuarta final olímpica.
Un nombre resume el talento y el orgullo de Montenegro: Bojana Popovic. Cumplirá 33 años en noviembre, empezó en el Buducnost de Podgorica, de donde pasó al Slagelse danés (campeona de Copa EHF y tres veces de la Champions League), y al Viborg (campeona de Champions dos veces más), antes de volver a su club, Buducnost, donde se proclamó campeona de la Champions por sexta vez hace tres meses (14 goles le metió al Györi húngaro en la ida de la final, por 3 Katarina Bulatovic, y en la vuelta se intercambiaron los papeles, 3 y 9). Es la máxima goleadora de la historia de la Champions, con 733 tantos, y la final olímpica será su último partido, porque ya ha anunciado su retirada. Si fuera fútbol, Popovic sería Messi.
La final de consolación depende casi siempre de cómo hayan encajado sicológicamente los equipos la derrota y la pérdida de la ocasión de llegar a la final. Y también del aspecto físico, de cómo llegan tras los siete partidos anteriores en dos semanas. Corea parece entera en el apartado mental, suele centrar sus objetivos en los Juegos, a falta de competición habitual de alto nivel en Asia -ni clubes, ni selecciones-, y su espíritu combativo garantiza que llegarán hasta allí donde les lleguen sus reservas físicas. España tampoco tiene motivos para sentirse deprimida, ha hecho un buen torneo y, aunque no dio la talla en el partido que podía llevarle a la final, la medalla de bronce sigue siendo un gran botín. Fue el segundo partido del torneo, y ahora será el penúltimo.