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Kronika | Aste Nagusia

Donostia ya luce parche en el ojo y se dispone a abordar su semana más pirata

Artillero, dale fuego», se oyó en la terraza de Alderdi-Eder. Y ni corto ni perezoso, Luis Mokoroa, obedeció la orden y prendió la mecha. Sonó un potente cañonazo que puso en marcha una semana en la que donostiarras y visitantes tendrán un amplio abanico de opciones entre las que elegir.

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Imanol INTZIARTE

El cañonazo de ayer dejó fotografías que eran impensables no hace tanto tiempo. Porque había que echarle mucha imaginación para entrever que Donostiako Piratak sería invitado a «asaltar» el Ayuntamiento y a protagonizar el arranque de Aste Nagusia.

Cabe recordar que este colectivo comenzó hace diez años su trayectoria, con no pocos obstáculos administrativos y no menos intentos de enclaustrarlo en «su espacio natural», la plaza de la Trinidad y algunas calles cercanas de Alde Zaharra. Ahí están las hemerotecas.

Pero su trabajo y su tesón les hizo ganarse la aceptación de la ciudadanía, que cada año ha acudido en mayor número a sus actos, hasta que la anterior corporación se vio en la tesitura de tener que «capitular» ante el éxito del Abordaje e incluirlo en el programa oficial.

La llegada de un nuevo gobierno, más cercano a su forma de ver la fiesta, ha supuesto el espaldarazo definitivo. Por eso, más de una persona se emocionó ayer al comprobar que ese edificio que en teoría es de toda la ciudadanía, ese salón de plenos lejano e incluso vetado en otros tiempos, estaba repleto de atuendos corsarios con sus consabidos complementos de parches, gorros y pañuelos.

Algunos añadieron narices rojas de payaso y un valiente se atrevió con un disfraz del Señor Cangrejo, el avaro dueño de El Crustaceo Crujiente, la hamburguesería en la que trabaja Bob Esponja.

Para rizar el rizo, el cañonazo dejó otra de las que sin duda será una de las imágenes de estas fiestas, con representantes de todos los partidos políticos entonando el «Artillero» codo a codo con los piratas, con pañuelo negro al cuello y algunos con un ojo tapado.

Allí estuvieron el alcalde Juan Karlos Izagirre y varios de sus compañeros y compañeras de gobierno, Denis Itxaso y Miguel Ángel Díez por parte del PSE, Eneko Goia y Aitziber San Román (PNV) y María José Usandizaga, del PP. La implicación de los ediles de la oposición en general y de Usandizaga en particular en este inicio festivo fue una de las comidillas en los corrillos de conversaciones. Para bien, cabe añadir.

No se puede olvidar que hace un año, por estas fechas, una imagen de un brindis entre Izagirre y el portavoz del PP, Ramón Gómez, le valió a este último la reprimenda de los medios más afines a su formación e incluso críticas desde dentro de sus propias filas.

Buen pie, mala voz

Sea como fuere, Aste Nagusia ha comenzado con buen pie, aunque no está de más recordar ese letrero que se puede leer en algunos bares: «Hoy hace un día estupendo, seguro que viene alguien y lo jode». O algo así, ya nos entendemos.

Con buen pie, decíamos, y mala voz. Porque cantar, lo que se dice cantar, no está entre las virtudes ni de piratas ni de políticos. Se afanaba Fran Berra, director de la banda de Illunbe (Trintxerpe), en que al menos el improvisado coro no perdiera el ritmo. Lo del tono mejor dejarlo por imposible.

Eso en la terraza de Alderdi Eder, porque a la altura de los jardines triunfaba la fusión. En cincuenta metros de paseo, una electro-txaranga, una batukada y Los Bebés de la Bulla competían por hacerse oír.

Año tras año, quienes preparan el programa tratan de arrastrar gente al cañonazo mediante la táctica de El Flautista de Hamelín. Esto es, grupos de música que parten de diferentes puntos con el objetivo de que les sigan hasta el Consistorio. Cuando convergen se produce el caos. Pero esto no es la Quincena Musical y lo importante es más la cantidad que la calidad.

El no va más se produjo cuando llegó la tamborrada de la Gastronómica, acompañada por la txaranga Los Pasai. Ya no faltaba nadie... bueno, las banderolas con el lema «Euskal presoak, Euskal Herrira» recordaban que hay personas que continúan sin poder disfrutar de la Aste Nagusia de Donostia. Alguna de ellas, insigne pirata ausente por hallarse tras las rejas, estuvo muy bien representada sobre el escenario.

Solo es el comienzo

Sonó el cañón y cada cual se fue en busca de su hábitat, solo es cuestión de ojear los programas, el oficial y el de los piratas, y elegir con tino. Los protagonistas del acto brindaron con cava en el salón de plenos antes de dirigirse a su territorio en el puerto, La Flamenka, para su particular chupinazo una vez ocultado el sol.

La jornada de hoy tendrá en Urgull uno de sus centros de atención, ya que hasta allí se desplazarán en romería los integrantes de Donostiako Piratak. Desde las 11.00 hasta las 19.00 habrá karaoke, comida popular, juegos para grandes y pequeños... Ya por la noche, cena popular y bertsos a las 21.00 con Jon Maia y Unai Gaztelumendi en la plaza de la Trinidad, verbena con Trakets en el muelle a partir de las 23.00, y desde esa misma hora DJs en la terraza del Náutico, uno de los escenarios «conquistados» para esta edición.

Dentro del programa oficial, los amantes de la bicicleta o los patines podrán disfrutar de los casi doce kilómetros de recorrido por el asfalto de la marcha organizada por Kalapie y DonostiRoller, con salida y llegada en Sagües (11.00).

Por la tarde, en la plaza de Catalunya, se inaugura la I Sagardo Azoka, que se prolongará durante toda la semana. Los fuegos artificiales correrán a cargo de la pirotecnia italiana Lieto Fireworks (22.45).

El concierto principal, el de Sagües, correrá a cargo del grupo Esne Beltza (23.30). No obstante, la oferta es variada ya que a partir de la misma hora habrá romería con Saltoka en la plaza de la Constitución, bailables en la plaza Easo con la Orquesta Tsunami, el grupo de folk-rock La Moda actuará en el kiosko del Boulevard y el grupo de teatro Ganso & Cía presenta su obra «Medio pelo» en la plaza Gipuzkoa.

No es más que una pequeña muestra de unos programas que superan los 420 actos. Y a los que cabe sumar la larga nómina de musicos callejeros, malabaristas o estatuas humanas que les harán detenerse cada dos pasos. A disfrutar.

 

 
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