Nagy empezó el partido excitado por su penosa actuación en la semifinal y en los 12 primeros minutos marcaba tres goles, daba una asistencia a Harsanyi (que se repartió con él los seis primeros goles magiares a partes iguales), y era excluído dos veces. Pocos minutos después cometía otra falta merecedora de exclusión, que los árbitros le perdonaron, quizá comprendiendo la frustración del gigante húngaro de 209 centímetros.

No era Nagy el único que rumiaba sus penas en la cancha, pues Fazekas se mostraba desconocido en la portería, pensando aún en la gran ocasión perdida de jugar la final. La de ayer era la quinta ocasión en que Hungría -que nunca ha jugado una final olímpica-, perdía el partido por el bronce de las 8 ediciones en que ha participado.

Además el goleador del equipo, Csaszar, se lesionó ante Suecia y no jugó ayer, con lo que Croacia, que tampoco acababa de tomarse el partido muy en serio, se marchaba en el marcador con un escandaloso porcentaje de acierto en el tiro a gol, y un 14-19 favorable al descanso.

Los croatas, acostumbrados a jugar la final (dos de cuatro en sus comparecencias olímpicas) también contaban en sus filas con jugadores necesitados de reivindicarse, en especial Duvnjak y Cupic, desaparecidos en la semifinal ante Francia.

Ayer el extremo zurdo hizo 8 goles de 10 remates -que al final le dejarían a un solo tanto de ser máximo anotador del torneo-, mientras el central Duvnjak marcaba 6 de 8. El gigantón zurdo Kopljar, que no había marcado ningún gol desde la fase previa, logró 3 de 3, y Lakovic y Strlek completaron la fiesta.