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Actitud inaceptable de la Ertzaintza

Los agentes de la Ertzaintza que custodian en el Hospital de Donostia a Iosu Uribetxeberria impidieron durante varias horas de la noche del sábado que el preso político vasco, enfermo de extrema gravedad y en huelga de hambre desde hace seis días, pudiera conciliar el sueño. Tuvo que intervenir una enfermera del hospital para apaciguar a los policías y lograr que dejaran de acosarle. Esta actitud, protagonizada por miembros de la Policía autonómica, en sencillamente inaceptable. Lo sería en el caso de que la persona afectada no estuviera padeciendo una situación como la que le está tocando vivir al prisionero arrasatearra, pero en este caso muestra además un grado de ensañamiento enfermizo e injustificable.

Solo los propios ertzainas protagonistas de este lamentable episodio saben qué les empujó a actuar de esta forma contra una persona gravemente enferma, aunque no es la primera vez que agentes de ese cuerpo policial protagonizan episodios vergonzantes contra presos y sus familiares. Al contrario, más bien parece una pauta de actuación habitual por su parte. En este sentido, ya va siendo hora de que desde el Departamento de Interior de Lakua empiecen a impedir, y a sancionar si se producen, actuaciones como la ocurrida en la noche del sábado, precisamente, una jornada en la que miles de personas expresaron en la capital guipuzcoana su solidaridad con Uribetxeberria, y cuando la alarma se extiende en el conjunto de la sociedad vasca a medida que van pasando los días.

Una alarma de la que, por otra parte, son completamente ajenos los dirigentes del PNV y del PSE, dos formaciones que dicen apostar por una salida razonable a la situación de las presas y presos enfermos, pero que no han movido un dedo para tratar de encauzar un problema que tiene serios riesgos de enquistarse y causar aún más sufrimiento. Su compromiso con el camino emprendido por este pueblo hacia un escenario de soluciones es poco más que nulo. Una actitud que es más incomprensible en el caso de los jeltzales, que tras haber apoyado la Declaración de Aiete se ha escorado claramente hacia las posiciones del Estado.

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