BALONCESTO Final masculina
USA mantiene las distancias
En el último cuarto, Estados Unidos se vio obligada a intensificar su defensa y confiar en el uno contra uno de sus estrellas más resolutivas, Kevin Durant, Kobe Bryant y LeBron James, para mantener su estatus ante una España que vendió muy cara su derrota.
ESTADOS UNIDOS 107
ESPAÑA 100
Jon ORMAZABAL
Si tras los Juegos de Beijing llegamos a decir que la históricamente enorme brecha existente entre el baloncesto NBA y el del resto del mundo había sido reducido a su mínima expresión, el Team USA se encargó en London de mantener ese escalón respecto al basket FIBA. 20 años después de que la selección estadounidense asombrara en Barcelona, queda claro que el Dream Team era único e irrepetible y que su nombre ya no es suficiente para mantener el oro.
Jugadores como Kevin Durant, LeBron James o Kobe Bryant podrían haber tenido su hueco en aquel equipo de leyenda, pero Jordan, Magic, Bird y compañía nunca llegaron a verse tan exigidos como las actuales estrellas NBA lo han sido en estos dos últimos Juegos por España. Eso sí, cumplieron con su cometido para mantener intacto el orgullo yankee.
Pese las zonas diseñadas por Scariolo, el primer cuarto fue un escándalo ofensivo, de esos de los que encantan a los amantes del basket NBA. Sin apenas pases y jugando continuamente el uno contra uno, Estados Unidos se fue con ocho puntos de ventaja gracias a su galáctico 7/10 en triples, con Durant y Anthony como estiletes. Unos porcentajes así pueden destrozar a cualquiera, pero a España le salvó encontrar al Juan Carlos Navarro que ha buscado durante todos los Juegos. El capitán, con un arranque genial, aguantó la embestida y España ya no volvió a descolgarse.
Cuarto para España
De hecho, consiguió presentarse al descanso con un solo punto de desventaja (59-58) tras conseguir ser superiores en un parcial, algo que no consiguieron en Beijing. La segunda rotación de Estados Unidos se atascó ante los cambios defensivos españoles, mientras que la entrada en pista de Sergio Rodríguez permitió que los de Scariolo pudieran mantener el ritmo alegre del primer parcial. En un cuarto con muchos tiros libres, ni siquiera las cuatro faltas de Marc Gasol concedieron un pequeño respiro a los de Krzyewski.
Para el descanso, Coach K, era consciente de que ayer no podría conceder descanso a sus mejores jugadores y sus preocupaciones aumentaron en la reanudación, principalmente por dos vías. La primera porque sus pívots Chandler y Love no eran capaces de frenar a Pau Gasol cuando el pívot catalán recibía el balón en el poste bajo, y la segunda porque ese estratosférico 70% del primer cuarto había descendido alarmantemente a un terrenal 46,15%, que tampoco está nada mal, pero que no servía para abrir brechas.
El partido entró en su último cuarto con un solo punto de ventaja para los estadounidenses, que se vieron obligados a meter una marcha más. Sobre todo impusieron una defensa mucho más exigente y sus estrellas se encargaron del resto.
Acostumbrados a jugarse millones de balones sin necesidad de sistemas ni pizarras, Bryant, Durant y James olieron el cansancio del equipo español y su instinto no les falló, con la ayuda de un Chris Paul que terminó de romper la meritoria resistencia de los de Scariolo.
Kevin Durant, con 156 puntos, terminó el torneo como máximo anotador del mismo con uno más que el argentino Manu Ginobili. No obstante, el australiano Patrick Mills fue el que obtuvo un mejor promedio, con 19,5 por partido.
En una especie de relevo generacional, Rusia, que desde la desmembración de la Unión Soviética nunca había pasado de cuartos en los Juegos, se hizo con la medalla de bronce tras imponerse (77-81) a Argentina en una final de consolación que tuvo un epílogo de infarto y de cierta polémica. El joven Alexey Shved, base que de la mano de Kyrilenko dará el salto a la NBA en los Timberwolves la próxima temporada, hizo su mejor partido del campeonato y guió al equipo de David Blatt a su primer podio tras 24 años. Sus 25 puntos y 7 asistencias, pero sobre todo el modo y el tiempo en el que asumió las responsabilidades, lo convirtieron en el protagonista del bronce ruso.
Por contra, Argentina despidió a su mejor generación, esa que parecía eterna, sin premio, pero volviendo a dar muestras de esa competitividad con la que llegaron a ser oro en Atenas. La falta de relevo albiceleste se vio reflejada en que ninguno de los integrantes de ese quinteto mágico bajó de los 32 minutos, pero dio igual, ni el cansancio, ni un mal día de Luis Scola en ataque -5/12 en tiros de campo- les impidieron competir hasta el último segundo.
De hecho, la victoria estuvo muy cerca para la albiceleste en un final de partido agónico. Dentro del último minuto, Alexey Shved confirmó su magnífico partido con un triple que puso 77-79 por delante a los suyos. En una especie de calco de la semifinal de Japón 2006 ante España, Andrés Nocioni tuvo el triple de la victoria, pero otra vez el balón no quiso entrar y Fridzon sentenció. J.O.