Ni la irrupción de nuevas potencias, ni el relevo generacional. La cantera rusa parece inagotable y, sobre todo, insuperable. Por cuartos Juegos Olímpicos consecutivos, Rusia se cuelga la medalla de oro en el concurso de gimnasia rítmica por conjuntos y lo une, también de manera ininterrumpida desde Sidney 2000, al triunfo en la final individual, que en esta ocasión se había adjudicado la víspera Evgeniya Kanaeva.

Con un conjunto que no es solo totalmente diferente al que ganó hace cuatro años en Beijing, sino que incluso ha cambiado a dos integrantes desde el Mundial del año pasado, la escuadra rusa -Anastasia Bliznyuk, Uliana Donskova, Ksenia Dudkina, Alina Makarenko, Anastasia Nazarenko y Karolina Sevastyanova- recibió 57'000 puntos, que resultaron inalcanzables para otros dos grandes de la especialidad, Bielorrusia e Italia, con cuya alternativa se venía especulando vistas sus actuaciones en las últimas citas internacionales. Pero lo cierto es que la tricampeona mundial cometió un par de errores en ambas rutinas, lo que no solo la apeó por completo de la pelea por el oro, sino que además le dejó sin opciones ante el bello ejercicio de cintas y aros con el que la escuadra bielorrusa se hizo acreedora a la medalla de plata.

Incluso vio cómo España, nada conforme con la puntuación de los jueces a la escuadra transalpina, que consideró excesivamente generosa, se quedaba a apenas medio punto de arrebatarle la medalla de bronce.

«Creo que estamos relativamente cerca, pero todavía tenemos que trabajar durísimo -asumía Marta Pagnini-. Al margen de lo que haya sucedido en los últimos Mundiales, creo que el equipo ruso es siempre favorito en cualquier campeonato que disputemos». La gran derrotada fue, posiblemente, Bulgaria, que tras concluir la rotación inicial en la tercera plaza falló en el segundo ejercicio al caer una cinta al suelo, lo que le relegó al sexto puesto final.

Otra dimensión

En realidad, incluso las gimnastas rusas dejaron entrever algún pequeño problema de descoordinación, pero volvieron a moverse en otra dimensión.

Los riesgos técnicos de sus ejercicios son tantos, que su medalla de oro es indiscutible. Ya en la primera rutina, con cinco pelotas, su complicada coreografía resultó espectacular, y qué decir del segundo ejercicio. Ningún conjunto hace volar las cintas como este. Con las dos notas de 28'700 y 28'300 echó por tierra cualquier esperanza que pudieran tener sus rivales.

Aunque las italianas se encargaron por su propia cuenta de quedar fuera de la pelea por el oro cuando, apurando ya su presentación, lanzaron una cinta fuera del tapiz. «También habíamos cometido un pequeño error en la primera rutina -reconoció la capitana Elisa Santoni-, pero nadie se dio cuenta. El segundo nos costó más caro».