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Marifé Nogales, mezzosoprano: De Whitney Houston a Papagena

Marifé Nogales se encarga del papel de Papagena en «La Flauta Mágica» de la Quincena Musical, cuya segunda representación se podrá ver hoy en el Kursaal. Aunque comenzó en el mundo de la música moderna, se va afianzando poco a poco como destacada cantante lírica.

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Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

El de Marifé Nogales es un caso singular entre los cantantes líricos de Euskal Herria. Hace tan solo 10 años, la ahora reconocida mezzosoprano se dedicaba en cuerpo y alma a un repertorio completamente diferente, que iba desde las grandes baladas de las divas del pop a las canciones tradicionales vascas de toda a vida. La que fuera ganadora de la primera edición de Izar Bila y colaboradora habitual de Sorginen Laratza durante siete años, decidió dejar de cantar con un micrófono para hacerlo a viva voz. Y no le iba mal en lo suyo: trabajaba habitualmente con Gonzal Mendibil, grabó un par de discos y con su grupo Algo Más a punto estuvo de ganar el concurso de los 40 Principales el mismo año en que el trofeo se lo llevó La Oreja de Van Gogh.

Titulada superior en acordeón, los primeros tanteos con el canto los realizó Nogales a los 10 años de la mano de José Ramón Arteta, padre de Ainhoa, que era su profesor de matemáticas y música en el Colegio Leizaran de Andoain. Fue él quien detectó posibilidades en su voz y el primero en ayudarle a educarla. A partir de ahí fue ampliando sus estudios con diversos profesores de técnica vocal, siempre orientándose hacia la música moderna, que es lo que más le gustaba. Y eso que la tentaban con la lírica. Su primer profesor, después de trabajar con ella los temas de Whitney Houston o Celine Dion, le hacía terminar las clases con algún aria sencilla de Mozart o con algo de zarzuela.

Lírica

Fue su segunda profesora, Nekane Lasarte, quien le insistió en que su voz tenía muy buenas cualidades para el lírico y que debía plantearse estudiar canto en serio. Nogales ya había ganado Izar Bila y era un rostro conocido en la televisión, pero se animó a pedir información sobre un Curso de Verano que iba a impartir la mezzosoprano Maite Arruabarrena en el Palacio Miramar. Al llegar allí, lo que se encontró no fue un curso de verano, sino la secretaría de Musikene, recién inaugurado. Sin demasiada convicción, se animó a realizar la prueba de acceso -dice que la hizo fatal-, y de la noche a la mañana se convirtió en una de las primeras alumnas del Centro Superior de Música. Fue ahí donde se enamoró definitivamente de la lírica.

El cambio del repertorio vino necesariamente acompañado de un cambio en la técnica vocal que a Nogales se le hizo muy duro. No cree que cantar con micro sea más fácil que hacerlo sin él, pero sí que implica una manera de controlar el aire muy diferente que se le hizo bastante arduo conquistar. Sus profesores en Musikene le recomendaron que dejase definitivamente de cantar moderno si quería avanzar en su camino de mezzosoprano. Fue una decisión durísima, pero el sacrificio le permitió obtener los resultados tan perseguidos y pronto comenzó a destacar entre las alumnas de Alejandro Zabala, que le apoyó generosamente y le buscó su primera oportunidad profesional, un recital para la Asociación de Amigos de Alfredo Kraus de Bilbo. Poco después llegó el primer papel en una ópera, la Dama de «Macbeth», de Verdi, en Oviedo. Recibió también el apoyo de Emilio Sagi, que comenzó a llamarla para trabajar en producciones del Arriaga. Y el de la Asociación Luis Mariano de Irun, que le ofreció hacerse cargo de personajes operísticos de enjundia como Dorabella o Zerlina. A la espera de que vayan llegando los grandes papeles, en un mundo en que las influencias juegan un papel demasiado importante, Nogales se está conviertiendo en una habitual de roles secundarios en los principales teatros del Estado. Últimamente ha sido Cherubino en la ABAO, la Gitana de «El gato montés» en el Teatro de la Zarzuela y Emilia de «Otelo» en Oviedo. Ha estrenado en Europa la «Isola Desabitata», de Manuel García, en el Maestranza de Sevilla, y ha participado en «La Italiana en Argel» del Teatro Real. En los próximos meses volverá al Real para el «Macbeth» de Verdi y cantará cerca de Plácido Domingo en un «Thaïs» de Massenet en Sevilla.

MOZART

Además de ópera, que para ella es «el espectáculo más completo que hay», a Marifé Nogales le encantaría cantar música antigua, Haendel, Bach, y sobre todo Mozart, mucho Mozart, porque «si cantas bien Mozart, eres capaz de cantar bien casi todo».

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