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CRíTICA: «Rock of Ages»

El musical que revive la escena angelina de los 80

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Mikel INSAUSTI

Disfrutable versión del musical «Rock of Ages», siempre y cuando uno se olvide de la pareja juvenil estelar, la cual parece más bien una proyección del fenómeno Hannah Montana hacia el pasado. Menos mal que el resto del reparto es antológico, destacando un desmelenado Alec Baldwin que forma con Russell Brand la pareja más golfa del cine reciente, y así cantan juntos de vicio el «I Love Rock `n' Roll» de Joan Jett. Y qué decir de una recuperada Catherine Zeta-Jones, que borda el doble papel de la groupie reconvertida en la mujer del alcalde para liderar la liga puritana contra la música del infierno y sus adoradores. Tampoco se queda atrás un genial Paul Giamatti, haciendo de manager fullero que se lleva toda la recaudación.

Ahora bien, el rey de la función no es otro que Tom Cruise, que sigue reinventándose a sí mismo, para demostrar que Kubrick vió en él algo que el resto de los mortales no supimos ver. El poder transformador del que hizo gala en «Tropic Thunder» le conduce ahora a mutarse en una paródica estrella del rock, inspirada en Jim Morrison, Iggy Pop, Axel Rose, David Lee Roth y tantos otros front man que han sabido llenar el escenario con su sola presencia. Su Stacee Jaxx se recordará como la seña de identidad de la película de Adam Shankman, un coreógrafo que le ha ido cogiendo gusto al lado loco del género a partir del homenaje a John Waters con el remake de «Hairspray».

La recreación ambiental de la escena angelina de los años 80 está muy conseguida, resultando divertida la visita a lugares emblemáticos que ya no existen. Sin ir más lejos, el local de conciertos en el que transcurre la acción se llama The Bourbon Room, en clara referencia al legendario Whisky A Go-Go. De esta forma se traslada la dinámica del videoclip musical a un entorno histórico, consiguiendo transportar al espectador melómano a una época en la que los sonidos metálicos empezaban a ganar terreno al pop. Todo ello se traduce en una banda sonora en la que se mezclan los grupos y solistas de rock duro con los de música AOR, buscando el equilibrio entre unos Reo Speedwagon y unos Foreigner.

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