Mientras el fiscal superior de la CAV, Juan Calparsoro, manifestaba que el caso de la muerte de Iñigo Cabacas «no puede quedar en nada», el Ararteko, Iñigo Lamarca, se quejaba de que el Departamento de Interior de Lakua no les ha remitido, pasados cuatro meses desde la la intervención de la Ertzaintza que provocó la muerte de Cabacas, el atestado policial relativo a dicha intervención. La única información que Interior les hizo llegar, «tarde y fuera de plazo», fue la comparecencia de Rodolfo Ares en el Parlamento de Gasteiz, lo cual, junto con otros indicios anteriores, es revelador de la intención de ese departamento: que ocurra precisamente lo que el máximo representante de la Fiscalía de la CAV dice que no puede ocurrir. La muerte de Cabacas tiene responsables, directos e indirectos. Por eso, tal y como Calparsoro advierte, no puede quedar en nada o, mejor dicho, no puede quedar en un lamentable suceso como si hubiera sido accidental. No debería quedar así, y para ello es preciso llevar hasta el final la investigación sin reparar en medios y con todas sus consecuencias. Y cabe recordar que ello es responsabilidad de Calparsoro.