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Una aldea palestina en lucha incesante por la tierra con los colonos

Beitilou es una de las tantas aldeas palestinas que vive haciendo frente a las constantes agresiones de los colonos israelíes, protegidos por el Ejército, y, sobre todo, al robo de sus tierras. Cada mes que pasa, el número de olivos arrancados supera el del anterior.

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Selim SAHEB ETTABA | AFP

Al llegar a la colonia israelí de Nachliel, cada vez es más frecuente ver al borde del camino olivos arrancados pertenecientes a campesinos palestinos de Beitilou. Tanto para los habitantes como para las agencias de la ONU y las ONG, la violencia de los colonos no solo representa la fricción entre las poblaciones antagónicas, sino una clara voluntad de expansión.

«La primera vez fue en 2005», explica Mayssam Abdallah, de 50 años. «Estábamos tratando de cultivar cuando vinieron a decirnos: `Si no se van de inmediato, mañana no tendrán más árboles'. Al día siguiente encontramos 60 olivos talados».

«Este año, los colonos han arrancado más de 300 árboles, ¿cuántas veces lo han hecho?», se pregunta esta habitante de Beitilou, localidad situada al noroeste de Ramallah, en Cisjordania, que además denuncia haber sido herida por los colonos.

En julio, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Unicef, las organizaciones israelí B'Tselem y palestina Al-Haq y el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) dieron la voz de alarma por el creciente número de ataques de colonos.

Estos ataques contra los palestinos y sus bienes «se incrementaron en más de una tercera parte» entre 2010 y 2011, y «casi en un 150%» entre 2009 y 2011 (167 en 2009, 312 en 2010 y 411 en 2011, de acuerdo con la ONU), mientras que 2012 sigue con la misma tendencia.

«Todos los meses observamos un incremento en los ataques del mes anterior», denuncia el alcalde de Beitilou, Abdelwahed Abdallah, recordando los cientos de olivos talados y la confiscación de tierras.

Además, campesinos palestinos descubren habitualmente, colgando de los árboles, amenazas en árabe, algunas extraídas de los versículos del Corán, que atribuyen a los judíos de Yemen instalados en Nachliel.

Voluntad de expansión

Al final del camino, el alambre de púas y un puñado de militares israelíes impiden el acceso al asentamiento de Nachliel, con distintivos tejados de tejas rojas, según constataron periodistas durante una reciente visita a iniciativa de las agencias de la ONU y las ONG. Sorprendidos, vacilantes, los soldados, entre ellos una mujer joven, se retiran a consultar con sus superiores la forma de hacer frente a este grupo diverso de personas, periodistas, diplomáticos y activistas antes de verlos marchar con alivio .

«Esta es nuestra tierra, nos la han robado», les espetó Awad Noubani durante este cara a cara, señalando la «tierra de nadie» en donde se han desplegado los militares. «Y esos barriles también nos los han quitado», añade, indicando unos contenedores marcados en los que los habitantes originales de Beitilou cultivan sus plantas.

Los opositores a la colonización explican que la violencia de los colonos es un fenómeno cada vez más intencional. Saleh Darwish, un agricultor de 60 años, que perdió 18 olivos, acusa a los estudiantes del seminario talmúdico de la colonia judía. «El 1 de mayo arrancaron 102 árboles en un solo día, se necesita una gran cantidad de colonos para hacer eso», destaca. «Quieren acaparar tanta tierra como sea posible», concluye.

En julio pasado, la Corte Suprema israelí amplió el plazo para evacuar la colonia Migron, también en Cisjordania, que había dado al Gobierno israelí, que se escudó en la opinión del comandante militar del sector, desfavorable a la evacuación porque «se llevaría a cabo sin el consentimiento de los habitantes de Migron en pleno Ramadán».

Esta política de colonización ha sido denunciada reiteradamente por la UE sin efectos prácticos. Recientemente, Bruselas ha incluido a la villa de Modi'in-Maccabim-Reut en su lista de colonias, para enojo del Gobierno israelí, que ha presentado una queja.

 
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