Luchando contra la ignorancia desde 1973 (está costando más de lo que pensábamos)» es el lema de una columna que, bajo el epígrafe «The Straight Dope» (la pura verdad), publica el «Chicago Reader» desde hace más de tres décadas. En esta curiosa columna encuentro la explicación a una duda que desde hacía tiempo rebotaba sin descanso en las paredes de mi cerebro: ¿por qué se representa a los locos con la figura de Napoléon? Según concluye Straight Dope, porque durante años la prensa satírica inglesa presentó al líder francés en sus caricaturas como un demente con delirios de grandeza, por aquello de que ordenó la invasión de Egipto. Curioso ¿verdad? Pero se preguntarán a santo de qué comienzo la columna con esta anécdota. Simple asociación de ideas. Ahora se lo cuento.

Quizá ustedes ya lo supieran, pero yo me he enterado hace bien poco de que Iñaki Azkuna es, entre otras cosas, «Caballero de la Legión de Honor de Francia», una institución establecida para condecorar a hombres y mujeres, ya sean franceses o extranjeros, por méritos extraordinarios realizados dentro del ámbito civil o militar. ¿Y quién la creó? Napoleón. Ahí lo tienen.

Pero es que hay más. Resulta que, y esto ya lo sé desde hace algunas semanas, Iñaki Azkuna es uno de los 25 alcaldes de los cinco continentes nominados al título de «Mejor Alcalde del Mundo», una iniciativa ideada por www.worldmayor.com. Me siguen ¿verdad? Junto al jelkide compiten los primeros ediles de Baltimore, Québec, Minneapolis, Rio de Janeiro, Bruselas, Oslo, Tel Aviv... entre otros. No pocos pensarán que, siéndolo de Bilbo, nombrar a Azkuna mejor alcalde del mundo no entraña mayor mérito, pero ahí están las votaciones, que, por el momento, son secretas. El resultado, a mediados de octubre.

Y no acaba ahí la cosa. Los comparseros de Bilbo, con su habitual y gratificante retranca, han bautizado a Azkuna como SAM (Su Alteza Municipal) por su talante siempre alejado de la conciliación en los conflictos que le han enfrentado al asociacionismo popular bilbaino. Un espíritu cáustico que, mutatis mutandis, recuerda a aquellos rotativos ingleses que pintaron a Napoleón como un desquiciado hambriento de gloria. Gora Aste Nagusia!