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VUELTA Tercera etapa

La maldición de Purito

Un despiste del catalán permite a Alejandro Valverde rebasarle sobre la misma línea de meta. El murciano se hace con el liderato tras la ascensión a Arrate, que dejó los primeros descartes para la general y en la que Alberto Contador fue el más combativo.

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Amaia U. LASAGABASTER

«Mañana a disfrutar de la afición más querida, con ganas de hacerlo bien», twitteaba Joaquim Rodríguez el domingo, poco después de llegar a Viana. Y es que no hay nada como correr en casa, una sensación de la que disfrutan todos los ciclistas en cuanto llegan a Euskal Herria, más allá del lugar de nacimiento que registre su carnet.

Bien sabía el líder de Katusha lo que iba a encontrarse en las faldas de Arrate, esa meta con la que su relación empieza a parecer una historia de amor no correspondido. Buen conocedor de las carreteras vascas, donde se mueve como pez en el agua y ha levantado los brazos con asiduidad, al Purito se le resiste el alto eibarrés. Ocho kilómetros más abajo, en el centro de la localidad guipuzcoana, logró hace doce años el espaldarazo definitivo para dar el salto al campo profesional, al adjudicarse el Memorial Valenciaga. No han sido pocas las ocasiones en las que ha regresado desde entonces, con el maillot de Once, Saunier, Caisse d'Epargne o Katusha, como meritorio, gregario o líder... Es igual, su nombre sigue sin aparecer en el espectacular palmarés de Arrate.

Es raro que el desánimo cunda en el catalán, así que probablemente acabará consiguiendo ese premio al que cada vez se acerca más. En el top-ten de la etapa en las tres últimas ediciones de la Euskal Herriko Itzulia -curiosamente las tres se han saldado con victoria de Samuel Sánchez-, se quedó a unos metros del triunfo en 2010 (10º), a unos centímetros en 2011 (4º) y a unos milímetros el pasado mes de abril (2º). Ayer fue cuestión de micras pero, sobre todo, fue un despiste monumental, impensable en cualquier ciclista y menos aún en un corredor que si por algo destaca, es precisamente por su picardía.

Y por su conocimiento del terreno, algo que subida tras subida se revela fundamental en Arrate. Tomar la penúltima curva, ya en descenso, en cabeza asegura la victoria... si no se deja de pedalear. Se le olvidó esa segunda parte al de Katusha que, bien aprendida la lección de Samuel, tomó la delantera a sus tres acompañantes en el momento adecuado. Tanto le satisfizo, tan ganador se vio, que Alejandro Valverde, que también sabe lo que es quedarse con la miel en los labios junto al santuario eibarrés, le rebasó en la misma línea de meta.

«Tengo muy buenas sensaciones sobre mi forma, pero en este momento estoy tan enfadado conmigo mismo que solo puedo pensar que he perdido una etapa no por ser más debil, sino por haber sido un estúpido», se lamentaba el Purito mientras, a su lado, Valverde se felicitaba por partida doble. El triunfo en la etapa le permitió también suceder al frente de la clasificación general a su compañero Jonathan Castroviejo, que se dejó casi dos minutos en meta y no pudo cumplir con su sueño de salir de Bizkaia vestido de rojo.

Espectáculo y diferencias

Realmente, la etapa, 155 kilómetros entre Oion y Arrate, dejó más diferencias de las esperadas, teniendo en cuenta que -las tres ascensiones anteriores, suaves y espaciadas, no daban para demasiado- el único punto conflictivo estaba en esos ocho kilómetros entre Eibar y Arrate. Pero de la misma manera que la afición vasca volvió a demostrar que miles de personas pueden apiñarse en apenas tres kilómetros de carretera, los corredores también confirmaron que no hace falta excesivo terreno para plantar batalla. Que la hubo. Y sirvió no solo para marcar las primeras, sino también para realizar los primeros descartes.

Antes de que los hombres fuertes saltaran al ring, ocho ciclistas -entre los que se encontraban Markel Irizar, Philippe Gilbert y el nuevo líder de la montaña Pim Lightart- marcaron el ritmo de carrera durante buena parte de la jornada. El trabajo de Movistar en el pelotón no dejaba lugar a dudas, era una fuga con fecha de caducidad, que acabó muriendo en las mismas calles de Eibar.

Se daba también el pistoletazo de salida a un espectáculo corto pero intenso. Empezando por el que puso la afición en las cunetas. Las fechas hacían albergar algunas dudas, que los seguidores vascos no merecen. Porque siempre responden. También lo hicieron ayer, cuando todos y cada uno de los 197 corredores que llegaron a Arrate se sintieron en casa.

Los corredores correspondieron. Atacó de inicio Valverde, pero el contragolpe de Alberto Contador fue múltiple. Hasta en cinco ocasiones saltó el líder de Saxo Bank. Y en todas ellas se le pegaron a rueda el murciano, Purito y, algo más atrancado, Chris Froome, lo que evitó que el ciclista madrileño celebrara una victoria que ya conoce e incluso le alejó del liderato -cuarto en meta, se quedó sin bonificación-, pero que sí permitió descolgar a todos los demás candidatos. Por poquito, apenas seis segundos, al grupo en el que arribaron Igor Antón -que flojeó al principio para remontar después-, los Rabobank Gesink y Mollema, Talansky, Roche, Urán o el mejor vasco en la jornada de ayer, un Beñat Intxausti que ocupa ahora la segunda plaza en la general.

Casi un minuto perdieron su compañero Juanjo Cobo y Maxime Monfort, poco más cedieron John Gadret, Damiano Cunego y Christophe Le Mevel y, más allá de que haya terreno para voltear diferencias, parecieron descartarse para la pelea Denis Menchov (perdió 1'52''), Thomas De Gendt (2'19''), Nairo Quintana (2'57'') y Jurgen Van den Broeck (3'23''). Tony Martin, que ya había cedido tiempo la víspera, se dejó más de seis minutos.

Aunque repite llegada en alto, la cuarta etapa debería arrojar hoy menos diferencias. Tras salir de Barakaldo y ascender Ordduña, la Vuelta abandona Euskal Herria para entar en España. La estación de ski de Valdezcaray pondrá fin a los 160 kilómetros de recorrido.

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