Pena de muerte en suspensión contra Gu Kailai por la muerte de Heywood
Gu Kailai, esposa del alto dirigente comunista Bo Xilai caído en desgracia por supuesta mala praxis, fue condenada a la pena de muerte en suspensión por la muerte del empresario británico Neil Heywood en 2011. Se trata del mayor escándalo político vivido en China en años.
GARA | BEIJING
La reconocida abogada china Gu Kailai, apodada en círculos políticos como la «Jackie Kennedy de China» y esposa del dirigente político Bo Xilai -hasta apenas unos meses favorito para alcanzar los más altos cargos del país- fue condenada ayer a la pena capital por la muerte en noviembre de 2011 del empresario británico Neil Heywood, que mantenía una estrecha relación con el matrimonio.
No obstante, la pena quedará conmutada por la de cadena perpetua al cabo de dos años de prueba. Durante el juicio, Gu, que no recurrirá la sentencia, admitió haber envenenado a Heywood. El proceso constituyó el punto crítico en un espectacular escándalo que estalló en marzo con la defenestración y posterior detención de su marido, Bo, entonces estrella en ascenso en el Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista Chino (PCCh), del que era líder en la enorme ciudad de Chongqing, con más de 30 millones de habitantes, donde ocurrió el crimen.
También ministro de Comercio entre 2004 y 2007, con muchos enemigos dentro del partido y cuestionado por sus méto- dos autoritarios, Bo cayó en desgracia cuando su mano derecha y vicealcalde, Wang Lijun, pidió asilo en el Consulado de EEUU en Chengdu (próxima a Chongqing), revelando las supuestas prácticas corruptas de Bo. También vinculó a Gu con la muerte de Heywood.
Por el momento, el político chino, que permanece detenido en paradero desconocido, solo está siendo investigado por «irregularidades» dentro del Partido Comunista de China.
Ante este escándalo sin precedentes y con el XVIII Congreso del PCCh a la vuelta de la esquina, en octubre, Beijing ha optado por llevar este proceso con la mayor discreción posible, «en aras de la máxima de unidad y armonía política que quiere transmitir tanto dentro como fuera del país», opinó el experto en política Willy Lam.
«Además, Bo todavía cuenta con apoyo considerable de la izquierda más conservadora. El Gobierno prefiere no enfadar a sus aliados», añadió Willem van Kemenade, consultor holandés de política china.
En su opinión, esta intención también es visible en la «condena sorprendentemente baja» de los cuatro jefes de Policía acusados de encubrir a Gu, que ayer recibieron penas de cinco a once años de prisión.
Por los mismos motivos, Lam consideró poco probable que Wang «sea acusado de traición y se le condene a muerte. Como mucho recibirá la misma sentencia que Gu».
En declaraciones a la BBC, el analista del Centro de Políticas Públicas Brookings Tsinghua, Wang Feng, remarcó que «se trata de un escándalo casi sin precedentes en la historia política china en los últimos 30 años».
Entre las circunstancias atenuantes, el Tribunal citó los problemas de salud mental de Gu y el hecho de que Heywood, amigo de la familia que mantenía relaciones económicas con Gu, hubiera amenazado de palabra a su hijo.