Según la denuncia del sindicato agrario Euskal Herriko Laborarien Batasuna la escandalosa subida del precio de los cereales y oleaginosas está abocando a los baserritarras y a las explotaciones agrarias del país a un «peligro existencial». Desde el pasado mes de julio, el precio del maíz se ha disparado en un 23%, y las proteínas en un 33%. La situación es tal que un baserritarra tiene que pagar más un kilo de pienso que lo que va a cobrar por un litro de leche. Hoy la situación de las explotaciones ganaderas vascas son más dependientes que nunca del mercado internacional de alimentos. Un mercado, por otra parte, cada día más especulativo, que no garantiza el abastecimiento de materias primas a precios razonables y que condena al cierre de miles de explotaciones agrarias.

Los tiburones financieros que antes camparon en el sector inmobiliario se han tornado hacia el sector de los alimentos, buscando el máximo provecho en su compra, almacenamiento y venta, con el mínimo escrúpulo. Prohibir esa especulación, regular a tal efecto el mercado y poner un tope a la expansión de los biocombustibles, es una necesidad vital. Para los baserritarras y para millones de personas en el mundo.