Dependiendo de sí mismo
Tras dos semanas de huelga de hambre, Iosu Uribetxebarria ha decidido terminarla. Según ha trascendido, su estado de salud corría un riesgo vital máximo y, en buena lógica, da por finalizada una protesta de la misma manera que comenzó: desde la unilateralidad, dependiendo de sí mismo y deshaciendo un juego que había comenzado a viciarse. Porque como bien afirmó el propio Uribetxebarria en la entrevista que publicó GARA el 8 de agosto, «mi tiempo se acaba, solo pido pasarlo con dignidad». Y no debe olvidarse que ese es y siempre ha sido el objetivo de esta lucha: buscar una solución que permita al preso arrasatearra quedar en libertad cuanto antes para poder morir con dignidad rodeado de los suyos. Es el Estado el que ha provocado un pulso en un momento en el que lo que está en cuestión es su política penitenciaria, tal y como ha dejado en evidencia el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
En aquel discurso tan equilibrado y evocador, Uribetxebarria defendía el diálogo, la necesidad de escuchar y, en la medida de lo posible, atender a las víctimas de ETA y sus inquietudes, y la necesidad de labrar un suelo común desde el respeto y la tolerancia, con unos mínimos para el entendimiento y la convivencia. Dijo también que llevar las cosas hasta el límite -como lo ha hecho el Estado con su crueldad- hace que estas se hagan más imposibles. Con su decisión de no llevar la protesta hasta el límite, Uribetxebarria demuestra, una vez más, mucha sabiduría y un convencimiento propio en las virtualidades de la unilateralidad que no puede ser pasado por alto. Ha tenido que maniobrar en medio de una atmósfera de venganza y hostilidad por parte del Gobierno, pero su esfuerzo será recompensado y en un plazo razonablemente corto la puerta todavía cerrada se deberá abrir.
El Estado ha demostrado, además de una saña infinita, que no está dispuesto a asumir nada que no pueda medirse en términos de legitimidad sistémica. En un marco discursivo a corto plazo que le permita ante su público hacer una lectura de victoria. Euskal Herria, sin embargo, debe mirar en otro plano y medir sus éxitos en otros plazos. Todo llegará. También la reciprocidad.