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Más allá de las Ramblas de Barcelona

Ha acabado el correfoc y un joven se apresura a ducharse para salir a cenar con los amigos del pueblo y a disfrutar de la orquesta. No se acuerda de coger chaqueta, y aunque le hará falta no tendrá tiempo de arrepentirse: está de fiesta mayor.

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Xavi PRERA

La escena es imaginada, pero poniendo o quitando algún detalle, se repite en incontables ocasiones. La segunda quincena de agosto, Catalunya se engalana para las fiestas patronales de infinidad de municipios más o menos grandes. Un buen momento para combinar cultura popular con turismo alejado de la urbe barcelonesa. Aunque la mayoría de festividades coinciden con el 15 de agosto, a finales del mes en curso y principios de septiembre todavía quedan ejemplos ilustrativos de la intensidad con que se viven las celebraciones. Uno de ellos es Granollers, que celebra unas curiosas fiestas en las que la participación ciudadana es esencial. Así, dos grupos -los blancos y los azules- se enfrentan a lo largo de las celebraciones en distintas competiciones, siendo la más importante la que carea a un representante de cada grupo, que tratará de construir más ladrillos de barro que el oponente en la hora que dura la competición.

Otra ciudad de comarca que se viste de gala estos días es Manresa, capital del Bages y una de las ciudades en las que el correfoc tiene mucho peso dentro del imaginario local. Así, el próximo lunes es un momento inmejorable para acercarse y degustar el acto final de las fiestas, un séquito de de fuego de más de dos horas de duración y lleno de energía y colorido.

En ambas ciudades, además, existe la posibilidad de ver en concierto a Txarango (el martes 28 en Granollers y el 1 de septiembre en Manresa), el grupo del verano -y algo más- en Catalunya. Combinando ska y reggae, letras que evocan el nomadismo circense y el optimismo como bandera, han conectado muy bien con una juventud necesitada de mensajes positivos.

Si todo ello no fuera poco, opciones como las descritas pueden combinarse con formas de turismo cultural, histórico o de naturaleza. Manresa, por ejemplo, está muy cerca de Montserrat, lugar muy vinculado al catolicismo y al nacionalismo catalán pero que en los últimos años se ha reinventado para convertirse en lugar de peregrinaje de amantes de la escalada o el excursionismo. Granollers, por su parte, está cerca de Barcelona, de las playas del Maresme y de las montañas del Montseny. La misma ciudad también ofrece diferentes visitas guiadas vinculadas a su pasado medieval o a los bombardeos de la Guerra Civil.

Si lo que quiere el visitante es alejarse tanto como pueda del asfalto, el Pirineo es seguramente la opción con mayúsculas. A las innumerables alternativas deportivas y culturales que ofrece el macizo en toda su extensión desde la Cerdanya hasta la frontera aragonesa se suma la Feria del Libro del Pirineo, que tendrá lugar los días 7 y 8 de septiembre en Organyà (Lleida). Se trata de un encuentro anual que combina la literatura con la artesanía y las actividades culturales, incluyendo un espacio para el público infantil. Todo en un marco simbólico para la lengua catalana, ya que en esta localidad se hallaron las famosas Homilies d'Organyà, uno de los escritos en lengua catalana más antiguos que se conocen, y que los expertos sitúan entre finales del siglo XII e inicios del XIII.

Para acabar, si además de deporte queremos un maridaje de tranquilidad y buen vino, vale la pena visitar las comarcas del sur de Tarragona, que se han situado últimamente en el mapa del turismo rural catalán. Denominaciones de origen como Montsant, Priorat y Terra Alta deben sonar a los amantes de la enología por sus garnachas negras en los primeros dos casos y blanca en el tercero. Es además época de vendimia, fiestas mayores y retirada del turismo de agosto, así que quien tenga la oportunidad de escaparse en estas fechas encontrará un territorio poco explotado y que ha apostado por el turismo de calidad y ajustado a la realidad que pisa, esto es, a una geografía accidentada y de media montaña modelada durante décadas por el hombre y su afán agrícola.

En definitiva, que Catalunya es mucho más que Barcelona es un tópico que hay que recordar a menudo tanto a «pixapins» -como se denomina a los barceloneses en las zonas rurales- como a visitantes. Hay propuestas a granel, así que quien tenga previsto visitar Catalunya a finales de este caluroso agosto no tiene excusa: ¡hay que salir de las Ramblas!

 

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