Udate
La orquesta más antigua de Rusia llega a la Quincena Musical de Donostia
Mikel CHAMIZO | DONOSTIA
Son tres las grandes orquestas sinfónicas rusas del momento. Una, la del Teatro Mariinski, que las autoridades soviéticas mantuvieron celosamente guardada dentro de sus fronteras y sólo en las últimas dos décadas, junto a Valery Gergiev, ha visitado los escenarios de medio mundo.
Otra es la Orquesta Nacional de Rusia, que nació a consecuencia de la caída del muro de Berlín, con un modelo de gestión diferente -está apoyada por capital privado- y vinculada desde sus inicios a la figura fuerte de Mikhail Pletnev.
Finalmente, la Filarmónica de San Petersburgo, única superviviente de los regímenes zarista y comunista, que actuará hoy y mañana en Donostia con obras de Prokofiev, Rimsky-Korsakov, Bruch y Tchaikovsky.
La Filarmónica de San Petersburgo fue fundada en 1882 y es la orquesta más antigua de Rusia. Al principio fue un conjunto vinculado a la corte de Alejandro III, limitada a actuar en las recepciones oficiales y bailes organizados por el Zar.
Pero en los primeros años del Siglo XX la orquesta recibió el permiso para dar conciertos comerciales y rápidamente se erigió en la punta de lanza de la vanguardia musical en Rusia.
Por el podío de su sede, la Philharmonia, una de las más señoriales salas de la capital, pasaron directores tan importantes como Arthur Nikisch, Alexander Glazunov o Serge Koussevitsky, incluso Richard Strauss, que en 1912 dirigío a la orquesta en varios de sus poemás sinfónicos.
Tras la revolución rusa, la orquesta cambió su nombre a Filarmónica Estatal de Petrogrado y comenzó a recibir subsidios del gobierno soviético.
La orquesta ganó rápidamente prestigio internacional por su calidad, colaborando con numerosos directores llegados del extranjero, hasta que el cambio en las políticas soviéticas cerró las fronteras y en 1938 una figura mítica tomaró el mando de la Orquesta, ahora de Leningrado, durante los siguientes 50 años.
Fue Evgeny Mravinsky, uno de las figuras de la dirección de orquesta más controvertidas del Siglo XX. Se decía que el control que ejercía sobre los músicos de la orquesta era dictatorial y inclusó se rumoreó que acudía a los ensayos con una pistola en el bolsillo.
Pero los testimonios de su conciertos junto a la orquesta y las grabaciones que han llegado hasta nosotros, dan fe de un virtuosismo orquestal apabullante al que Mravinsky sabía sacar provecho, sobre todo, en autores rusos como Tchaikovsky o Shostakovich, siete de cuyas sinfonías fueron estrenadas por él.
La Filarmónica de San Petersburgo, ya con su nombre original desde 1991, es uno de los tesoros musicales del país porque representa mejor que ninguna otra orquesta el sonido sinfónico puramente ruso: una cuerda áspera, madera seca y metal ácido -entiéndase como un intento de descripción, no como algo peyorativo-.
Unas cualidades únicas y una tradición que se han seguido cultivando en manos de Yuri Temirkanov, alumno de Mravinsky y fiel continuador de su maestro en sus modos como director.