Udate | Carlos GIL, Analista cultural
Precios
Nos advirtió Sergio Leone de que la muerte tenía un precio, pero es la vida la que sigue teniendo su precio. Y la cultura. Y la educación. El sábado las entradas al cine, el teatro, los museos y otros lugares de usos culturales tendrán una desmesurada subida del IVA, lo que repercutirá en el precio de las mismas, por lo que el ciudadano amante de estas artes contribuirá con sus aficiones a que se recauden más impuestos y puedan pagarse mejor a los guardias y los rescates de entidades bancarias, porque parece claro, que el retraimiento de dinero público para los asuntos culturales es un camino emprendido hace muchos años que no tiene vía de regreso.
Esta situación hace peligrar una concepción de la propia sociedad del bienestar. No se tiene bienestar por poder estrenar calzoncillos todas las semanas o tener tres aspiradoras, sino por poder recibir una educación de calidad, poder seguir un currículo formativo hasta donde se desee, tener una sanidad eficaz y universal y una cultura al alcance de todos, democrática, abierta, plural y que ayude al crecimiento general de todos los ciudadanos. Estos objetivos pueden considerarse hoy utópicos, pero lo contrario, el selectivo económico en educación, sanidad y cultura, es un regreso a tiempos oscuros.
La cultura tiene un precio, unos costes, pero es siempre mucho mayor su valor. Y es en este punto donde se debe empezar a tomar medidas estructurales. Despejar el grano de la paja, establecer prioridades, apostar por un modelo cultural que mire al futuro. En tiempo de crisis y miedo, la reacción llega a también a los escenarios, las pantallas y los museos. ¿Alguien tiene un plan que ilusione?