«Está cerca de llegar; luego debe mantenerse», ha dicho sobre él Bielsa
Iñigo Ruiz de Galarreta ya ruge
El joven jugador eibartarra ha pasado de no ser reconocido por los aficionados en Lezama a ganarse a la afición de San Mamés.
Joseba VIVANCO
José Mugerza Anitua y Roberto Etxebarria a finales de la década de 1920, el gran Agustín Gisasola que fichó en 1970 y se mantuvo en el primer equipo durante trece años, Markel Susaeta que arribó a Lezama con apenas ocho años... Ellos son la exigua `cantera' de la que el Athletic se ha surtido en Eibar a lo largo de su historia, una lista a la que se ha sumado y con buen pie una, sino la principal, promesa rojiblanca ahora mismo, Iñigo Ruiz de Galarreta, quien con sus 19 años recién cumplidos el 6 de agosto, apunta a que de manera definitiva se ha hecho un hueco entre los leones de Bielsa
«Todavía no me veo ahí. Hay que ir partido a partido, a ver si puedo jugar el siguiente y aprovechar los minutos. A partir de ahí, ya se verá». Fueron sus primeras palabras ante unos micrófonos tras jugar los noventa minutos en el sofocante amistoso que el Athletic disputó en Casablanca en pretemporada. Algo más de un mes después, tras su estreno en La Catedral ante el Betis, y después de haber debutado oficialmente en Croacia en competición europea, el joven mediocampista no pudo sino confesar que «es el momento que llevas esperando toda tu vida, fue algo increíble». El cachorro dejaba de serlo.
Arribó a Lezama en edad alevín, en la temporada 2003-04. Allí compartió su primer vestuario con los Ager Aketxe, Ander Artabe, Iván Franco, Unai Medina, Jon Villanueva, Alex Quintanilla o Lander Yurrebaso, todos ellos bajo las órdenes de Fernando Quintanilla Txirri. Bien dotado para el fútbol, nunca ha sido un portento físico -mide 1,73 metros- y en sus primeros tiempos en Lezama dicen que lo pasó mal por su estatura, lo que incluso parece que llevó a su familia a replantearse su permanencia allí. Pero año a año, sin saltarse ni una sola categoría, ha ido despuntando como el jugador que es ahora, no solo dentro, sino fuera del campo.
«Un chico de diez»
«Un chaval majo», dicen en su Eibar natal (aunque nació en Donostia). Estudió en la ikastola Iturburu, la misma a la que acudió invitado este año en sus anuales `olimpiadas' entre padres e hijos, y donde repartió autógrafos y fotos. «Es un chico diez, en cuanto a entrenar, a estudios, un chaval que intenta hacerlo todo con muchísima dedicación y, para mí, esa es su mejor virtud», destacaba de él en una entrevista a GARA en junio de 2011 el entonces técnico del Juvenil A Bingen Arostegi, quien le tuvo a sus órdenes cuando era cadete. «A esa edad, Iñigo era ya un jugador distinto», apuntillaba.
Pasito a pasito, el chaval de Eibar ha ido quemando las necesarias etapas. «Sorprenderá a quien no le conoce», dijo de él el técnico del combinado juvenil vasco Josu Núñez. Corría el 2 de setiembre de 2010, hace casi dos años. Partido amistoso en Arlonagusia entre el primer equipo del Athletic y la SD Lemona. En el minuto 73 el técnico rojiblanco hace un cambio: sale David López y entra por él un debutante, un chaval de nombre Iñigo Ruiz de Galarreta Etxeberria. «Es más listo que el hambre. Va a ser futbolista seguro, porque tiene unas ganas tremendas», dijo Joaquín Caparrós. Unos meses después, en abril, justo en la semana previa al esperado derbi contra la Real en San Mamés, el joven eibartarra es llamado para entrenar con los `mayores' ante las bajas de Iturraspe y Gurpegi; finalmente, acaba en la grada.
Cumpleaños en White Hart Lane
El técnico utrerano ya le había citado a un entrenamiento en 2008, con sólo 14 años. La pasada temporada, Marcelo Bielsa se dejó guiar por los consejos de los responsables de la cantera. El campo de los `mayores' en Lezama fue su hábitat natural la primera campaña del argentino -cumplió la mayoría de edad con tres minutos sobre el césped de White Hart Lane en un Tottenham-Athletic-, convocado un buen número de ocasiones, pero con el bagaje de apenas tres minutos oficiales jugados, eso sí, ante todo un PSG y en el mismísimo Parque de los Príncipes de París.
Saboreadas las mieles del fútbol de primer nivel, estaba claro que la nueva campaña Iñigo debía subir otro peldaño. Ha sido el único juvenil que este año ha pasado al Bilbao Athletic de Ziganda sin la travesía del Basconia. Este verano se llegó a hablar en la prensa incluso de una cesión a un equipo de Segunda A, caso del Mirandés, para que cogiera madurez. Pero la ausencia en la medular del primer equipo de un baluarte como Herrera le dio minutos en pretemporada y los problemas físicos y la baja forma del `21' le han abierto las puertas de par en par.
Minutos ante el Slaven, algunos ante el HJK y, sobre todo, su aparición ante el Betis en Liga y primer partido en San Mamés. El día anterior a su estreno en La Catedral, el joven Iñigo dejaba el entrenamiento en Lezama en silencio, como siempre, pero lejos de las miradas de la chiquillería que espera la salida de los jugadores. Aparcaba su coche en el parking para los aficionados. Unas cuantas semanas atrás, tras la primera sesión de pretemporada en Lezama, lo hacía en el automóvil de Muniain, junto a Isma López, en el asiento trasero, tras los cristales tintados. Allí se mantenía ajeno a la caza de firmas y fotos. Un chaval metió la cabeza por la ventanilla y le invitó a salir para que firmara sus primeros autógrafos. Empezaba a dejar de ser anónimo, ese jugador menudo que cruzaba hasta hace poco por Lezama, sin levantar polvo, con cara de niño bueno, con sus botas en la mano, y sin despertar miradas.
«Es un chico al que no le hacen falta consejos, un tío preparado a nivel de fútbol y como persona. Con la cabeza bien amueblada, consciente de muchas cosas», comentaba Bingen Arostegi. Esa sencillez, su dedicación, su entrega y sus dotes para el fútbol que la afición rojiblanca ya ha catado en pequeñas dosis, hacen de él, como atinaba Arostegi, «el jugador que todo entrenador quiere tener, pero no por cómo juega, sino por cómo es, cómo vive el partido...». De momento, ha dado el salto. Tiene que seguir quemando etapas. «El joven futbolista debe saber que el éxito es una escalera que no se puede subir con las manos en los bolsillos», dijo alguien una vez. Él lo sabe.
Marcelo Bielsa lo dejó claro tras su debut: «Está recorriendo el camino, haciendo sus primeras armas en la titularidad y no desentona, sino que aporta. Tendrá que llegar primero, que está cerca, y luego mantenerse, que es la verdadera medida que diferencia a una promesa de un jugador de Primera».
Mientras esta semana se seguirá hablando y mucho del futuro a corto plazo del Athletic por esa posible marcha de jugadores del primer equipo, en San Mamés, esta tarde, a partir de las 19.30, hay una ineludible cita con el futuro del Athletic a largo plazo. Se trata del estreno de los juveniles en la prestigiosa NextGen Series, una especie de Champions de la categoría en la que participan algunos de los mejores clubes del continente europeo, entre ellos, el Arsenal o el Olympique de Marsella, que le han tocado en suerte a los rojiblancos en su grupo. Será el cuarto integrante del mismo, el Olympiacos, el rival del debut. Los griegos, en cuyo cuerpo técnico trabaja el exrealista Darko Kovacevic, ganaron en abril el torneo internacional juvenil que organiza la Real Sociedad. Los socios podrán asistir gratis, y para el público en general los precios son de 8 euros para los adultos y 3 para los menores. Al mando de estos chavales se sentarán en el banquillo José Mari Amorrortu, Aitor Larrazabal y Edorta Murua, que tendrán entre sus manos a las actuales perlas de la cantera, jugadores que militan no solo en el juvenil, sino también en el Bilbao Athletic o el Basconia. Será una pena que falten a la cita Iñigo Ruiz de Galarreta o Jonás Ramalho, convocados por Bielsa, pero inscritos en la competición.
Ausencias a parte, sobre la hierba de La Catedral podremos ver a chavales como el tercer portero rojiblanco Kepa Arrizabalaga, el magnífico central Yerai Álvarez, o los igualmente prometedores Óscar Gil, Unai López, Víctor Monteiro, Yannis Rahmani, Iker Undabarrena, Aitor Seguín, Gorka Santamaría, Martín Bengoa o la última `incorporación' canterana de Bielsa, el lateral Markel Etxebarria. J.V.