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El caos sicológico de los barrenderos de internet

Como cada mañana, enciende el ordenador y respira profundamente. Como cada mañana, un empleado anónimo emprende un viaje al otro lado del espejo virtual y se enfrenta a los demonios y terrores que lo habitan: Es un «barrendero» obligado a limpiar la basura virtual de internet.

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Koldo LANDALUZE | DONOSTIA

A nadie se le escapa que internet es un universo en constante expansión en el cual hay cabida para todo tipo de contenidos, incluidos los más inquietantes que puedan imaginarse. Las empresas que pretenden gobernar este universo están obligadas por la Ley a eliminar todo tipo de contenidos que puedan infringir los códigos éticos y morales más dispares. Nuestro empleado es anónimo pero no imaginario, trabaja para el gran emporio Google y su labor consiste en colocarse ante la pantalla y explorar los rincones más inhóspitos de la Red para descubrir este tipo de contenidos que deben ser borrados en un plazo de 24 horas y ser denunciados a las autoridades competentes.

Subcontratas

Este trabajo resulta tan despreciable que nadie en la nómina de Google quiere hacerlo y, por ello, la gran G recurre a empresas subcontratadas que hacen esta labor de barrenderos virtuales. Tal y como detalla uno de estos empleados sin nómina en Google, su labor se desarrolla a lo largo de un año y el promedio de imágenes visualizadas al día alcanza las 15.000 al día y según señala «Al comienzo resultaba como un trabajo cualquiera pero, a medida que avanzaba el tiempo, mi mente fue desequilibrándose progresivamente debido al caudal incesante de escenas que harían palidecer a cualquiera». Ante los ojos de este subcontratado desfilaban imágenes de decapitaciones, asesinatos, pornografía infantil, violaciones, suicidios y a resultas de ello se le recomendó que acudiera a sesiones de sicoterapia porque todo le resultaba obsceno. Cuando alguien le mostraba la foto de un padre con su hijo, él de inmediato lo relacionaba con una escena pedófila. En un intento por «velar» por la seguridad mental de sus subcontratados, Google le proporcionó inicialmente unas sesiones de terapia y le sugirió que las continuara por su cuenta.

Los subcontratados de Google solo pueden serlo un año. Después deben de ser incorporados a la plantilla o dejar el trabajo. Este fue su caso de nuestro empleado anónimo pero no imaginario. A los 9 meses le comunicaron que no seguiría en su puesto.

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