Udate
«La música clásica tendrá que aprender a ser más mediática»
Violinista
Aunque nació en Líbano, Ara Malikian se instaló en el Estado español tras erigirse vencedor del Concurso de Violín Pablo Sarasate de 1995. Actualmente es el violinista más conocido de la Península, y no sólo entre los amantes de la música clásica, pues con sus proyector divulgativos y folclóricos ha sabido llegar a públicos infrecuentes para un violinista.
Mikel CHAMIZO | DONOSTIA
Aunque dio su primer recital de violín con 12 años y tuvo una sólida formación clásica, una inagotable inquietud musical y humana ha llevado a Ara Malikian a profundizar en sus raíces armenias y asimilar la música de otras culturas del Medio Oriente (árabe y judía), Centro Europa (gitana y kletzmer), Argentina (tango) y el Estado español (flamenco). Todos esos referentes han dado forma a un lenguaje muy personal en el que se dan la mano la fuerza rítmica y emocional de estas músicas con el virtuosismo y la expresividad de la gran tradición clásica europea.
Su primer concierto en la Quincena Musical fue hace 15 años, tocando las sonatas para violín de Ysaÿe. ¿Recuerda aquel concierto?
Por supuesto, fue mi primer concierto en San Sebastián. Me encantó la ciudad y el público me pareció muy acogedor. Esta ciudad tiene una energía especial, por eso siempre vuelvo regularmente desde entonces.
En aquel momento usted era una joven promesa del violín centrado en una carrera convencional como solista. Pero en los últimos años se ha ido por derroteros muy diferentes. ¿Cómo han cambiado las cosas para usted en esos 15 años?
Menos mal que ha cambiado todo, porque lo peor para un artista es quedarse quieto donde está. Me siento muy afortunado de que mi carrera haya evolucionado abriéndose a nuevos registros, muy diferentes al del tradicional solista de violín. Me alegro de que haya sido así porque mis gustos son demasiado amplios para ceñirse a algo tan concreto. Además soy una persona a la que le da pavor entrar en la rutina y aburrirse, por eso siempre estoy buscando proyectos con los que poder renovarme.
Es el violinista más popular del Estado español, pero su figura no se percibe como la habitual de un músico clásico, sino mucho más cercana. ¿Ha sido algo estudiado?
No, es algo completamente natural; en ningún momento de mi carrera he intentado aparentar ser algo que en realidad no soy. He hecho las cosas a mi manera, con mi personalidad, y afortunadamente a la gente le ha gustado. Tienes razón cuando dices que en el mundo de la música clásica hay muchos músicos que cambian de actitud cuando actúan. Son personas completamente normales en la calle pero, al subir al escenario, se ponen un disfraz de genialidad y arrogancia. No se dan cuenta de que esa imagen distante y estirada en realidad espanta al público general. Pero a mí nunca me ha pasado eso, es más, en mis actuaciones intento ser más «yo mismo» que en la vida real.
Todos estos proyectos folclóricos, humorísticos, experimentales en los que usted se embarca, ¿no le acarrean una imagen negativa en el interior del circuito clásico, siempre tan cerrado y lleno de prejuicios?
Sabemos muy bien que es imposible agradar a todo el mundo. Lo heterogéneo de mi actividad quizá moleste a algunos músicos que están muy centrados en la música clásica, pero al final eso da igual, lo que importa es que tú estés convencido de lo que haces. Y yo tengo claro que mi vocación es el público, que lo que más me gusta es estar en el escenario y crear un ambiente en el que les haga partícipes de mi emoción cuando toco. Hay muchos artistas clásicos que son todo lo contrario, cuando salen al escenario se encierran en la sensación de que están tocando para ellos mismos. Eso me parece irrespetuoso con la audiencia. Si yo actúo en vivo es para compartirlo con 30 o 3.000 personas, que la energía fluya y se construya un momento inolvidable entre todos. Y eso saben muy bien cómo hacerlo los músicos de otros géneros, por lo que acercarme a ellos es también un método de aprendizaje.
¿Pero, para un solista clásico, no puede resultar contraproducente ser tan mediático como usted?
Va a ser muy interesante comprobar cómo la música clásica tendrá que aprender a ser más mediática a partir de ahora si quiere sobrevivir. Estamos en un momento de cambio, en el que a la música clásica se le están retirando las subvenciones que hasta ahora le han permitido sobrevivir, en cierto modo, independientemente del público. Hasta ahora a los programadores no les importaba tanto si al público le iba a gustar o no la música que programaban ni que el caché del artista fuera desorbitado si disponía de dinero asegurado con que pagarlo. Pero eso está camino de desparaecer y la música clásica en España va a descubrir que tendrá que trabajarselo muchísimo para atraer al público hasta los conciertos. Y para encandilar al público habrá que repensar también cuál es el producto que se le ofrece.
Uno de sus últimos espectáculos, «Los divinos», cosechó un gran éxito en su estreno y se ha vuelto a reponer en Madrid.
«Los divinos» es una apuesta por la música y el humor con la que, si podemos, esperamos movernos por todo el mundo. En ella mi grupo y yo nos aventuramos en el terreno de la ópera junto al gran tenor José Manuel Zapa, mezclando el mundo de la lírica con los gags más variados. Ha tenido éxito porque, aunque sea humorístico, lleva un trabajo muy serio por detrás. Lo más importante en este tipo de espectáculos, para que funcionen, es cuidar su calidad. Si no se realizan con muchísima exigencia se convierten en algo de muy mal gusto.
Una de las cosas más características de usted es que es capaz de dar brincos y tirarse por el suelo mientras toca el violín. Lo hizo en «Las pequeñas cuatro estaciones» y en la «Lucha libre artística» del Circo Price. ¿Hay que practicar mucho para conseguir tocar el violín mientras uno se revuelca por el parqué?
¡Es justo lo contrario, hay que «no practicarlo»! Si consigues olvidarte de lo que te enseñaron tus profesores es algo que sale de forma natural. Es terrible, porque la gran mayoría de los profesores, durante los años de estudio, te dicen que no muevas tu cuerpo, que pienses solo en los dedos. Te prohiben cualquier movimiento corporal. Pero una vez que te liberas de esas ideas que a alguien se le ocurrieron sin base alguna, descubres que tu cuerpo pasa a estar vivo mientras tocas el violín. La música penetra en todo mi cuerpo y es por eso que me gusta tanto moverme. Es como cuando a un bailarín la música le incita a bailar.
¿De donde le viene esa pasión por la música folclórica que está desarrollando tanto en los últimos años?
El folclore ha sido un interés mío desde niño. Mi padre, aunque era un músico clásico, se dedicada a tocar música armenia y árabe, la única con la que podías ganarte la vida en el Líbano, pues la música clásica era muy escasa. Yo lo observé muchas veces tocando con grupos de folclore y más tarde yo mismo, en mis viajes, he tenido la suerte de coincidir con muchos músicos folclóricos. Por medio de ellos he descubierto lo enriquecedor que es para un músico el entrar en contacto con culturas y concepciones musicales diferentes a la suya.
¿Va a ser la del miércoles su primera colaboración con Kepa Junkera?
Sí, y estoy muy emocioando de poder tocar con él, pues, aunque parezca mentira, conozco a Kepa y su música desde hace muchos años. Cuando me trasladé a España, a raíz de ganar el Concurso de violín Pablo Sarasate, las primeras giras que hice fueron por el País Vasco. En aquellos momentos tuve la oportunidad de descubrir la música popular vasca, y fue en parte a través de los discos de Kepa Junkera. Así que cuando José Antonio Echenique nos propuso colaborar juntos pensé que era una oportunidad que no podía dejar escapar.
¿En qué va a consistir exactamente este proyecto conjunto?
Va a ser una ida y vuelta entre las músicas de nuestro repertorio y las del suyo. La música de Kepa está muy inspirada por los ritmos y el focklore vasco, y nosotros lo hemos arreglado para poder tocarla con nuestro conjunto. Por el otro lado, nosotros tocaremos música armenia de nuestro repertorio, donde Kepa se unirá con su trikitixa. El concierto va a ser una ida y vuelta de culturas y opiniones, como muestra de que el diálogo es la única forma posible de convivencia. El público podrá disfrutar de ese dialogo atrevido y algo loco entre músicos de mundos completamente diferentes, pero a los que les encanta tocar en directo.
¿Será un proyecto exclusivo para la Quincena Musical o se podrá escuchar en el futuro en más lugares?
De momento no hay nada concreto en el horizonte, pero no tengo ninguna duda de que va a ser una colaboracióna a largo plazo. Una vez que esté el repertorio montado y trabajado, seguro que se nos ocurrirán un montón de ideas para moverlo y que llegue a la mayor audiencia posible. Mikel CHAMIZO