El velero atracado en el muelle donostiarra no estaba cargado de ron ni tampoco, esperemos, se hunda en medio del mar como le pasa al bergantín de la habanera «Salió de Jamaica», aunque pasados estos tiempos iniciales de recibimientos multitudinarios y apoyos, su futuro se vislumbra bastante azaroso. El tercer buque de la Flotilla de Libertad en su bodega lleva cemento y maquinaria para desalinizar el agua, una carga que intentará llevar a Gaza rompiendo el bloqueo marítimo israelí desde el exterior; pero las autoridades israelíes ya se sabe cómo se las gastan.

Por el camino recogen solidaridad. Una delegación de la Flotilla, encabezada por el embajador de Palestina en el Estado español, Musa Odeh, era recibida ayer por la mañana por el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, quien les mostraba también su clara solidaridad con la «trágica situación que está viviendo el pueblo palestino». Paralelamente, el velero y sus ocupantes se convertían en el punto en el que convergía gran parte del movimiento del puerto donostiarra, con una cola que esperaba pacientemente a conocer de cerca cómo es el Estelle.

53 metros de eslora, 3 mástiles con diez velas, una capacidad de transporte de 238 toneladas, un desarrollo de motor de 847 caballos, construido en 1922 se dedicó a la pesca y luego al comercio justo entre Angola y Finlandia... y pocos detalles más son los que fui capaz de memorizar sobre un velero que, como se podía intuir al cotillear por sus escotillas, al llegar a puerto le daba apuro a convertirse en atracción turística. Sus 17 tripulantes, siete de ellos marinos de profesión y el resto voluntarios que han participado en anteriores Flotillas de la Libertad -por cierto, mucho rubio/a; tienen instalada una sauna en la zona de proa; «será porque son nórdicos», nos explicaban con humor- llevaban con paciencia ser escrudriñados mientras trabajaban... o incluso ser sorprendidos al despertarse de su sueño en su litera con unos curiosos ojos donostiarras clavados en ellos. Por cierto, a los chavales les pareció el velero muy bonito, aunque, aviso, a Oier «la cocina le olía mal».

El día estaba previsto que terminara con el concierto ofrecido por Paco Ibáñez e Itziar Zamora, y hoy continúan su ruta. Su cita es con Bermeo, donde serán recibidos por unos barcos que los escoltarán hasta el puerto. La llegada a la altura de la cofradía nueva está prevista para las 16.00 y una hora más tarde ser les tributará un acto de bienvenida en el Ayuntamiento. De allí, a Alicante y Barcelona, con la fecha de octubre fijada para su llegada a Gaza.