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Oskar Armentia y Aitor Jugo | Expresos de Galdakao

Dejad en paz a Txus

La sociedad vasca, más allá de a qué familia política pertenezca cada cual, sabe que las palabras de político con olor a alcanfor y moqueta cara no conseguirán garantizar los derechos y la vida de Txus

Muchas veces se habla de dispersión como si los kilómetros marcaran la diferencia. Y es cierto que los kilómetros son un factor muy importante, se traducen en sangría económica para amigos y familiares (para Euskal Herria), muchas veces en riesgos para la vida en desplazamientos enormes, en dificultades para la comunicación, en un destierro cultural forzado... el castigo añadido que ninguna ley recoge y, sin embargo, es sistemático.

Pero el verdadero significado de la dispersión, a nuestro entender, reside en el desgaste y violencia del día a día que impone a cada preso o presa. La impunidad que las diferentes estructuras disponen a discreción para negar cualquier derecho a un preso o presa en su vida cotidiana; problemas para acceder a instalaciones deportivas o culturales, problemas para estar cerca de otro preso o presa del colectivo, problemas para acceder a una atención médica digna, problemas para mejorar la alimentación... cacheos a cualquier hora y en cualquier lugar, quiebra de la más esencial intimidad personal, amenazas de empleo de la violencia física, utilización del traslado de módulo y/o prisión como arma desestabilizadora... la lista es interminable y la conocen miles de personas en Euskal Herria que ya han sufrido la dispersión en primera persona. Todo ello no figura en la ley, pero existe como violencia sistemática que ya ha causado muchas víctimas.

Y estos días nos llegan nuevas noticias de Txus Martín, a quien han impuesto una situación de dispersión, sólo en el módulo, sin ningún preso del colectivo, cuyo apoyo sería tan vital e importante para una persona enferma como Txus. Una de las cosas que nuestro convecino Txus más necesita es el equilibrio personal y emocional, creemos, que pueda colaborar a evitar el agravamiento de su enfermedad. Una enfermedad que, por supuesto, necesita ser tratada en otro lugar que no sea la prisión, como todos y todas conocemos.

¡Y qué fácil le resulta a esa estructura penitenciaria impune destrozar ese equilibrio tan vital para Txus! Infinidad de problemas y deficiencias con su medicación, tres compañeros de celda diferentes en quince días (recordamos que Txus tiene aplicado un protocolo médico que exige una persona de confianza junto a él)... y la «aparición»en ese preciso momento de «alguien» sugiriéndole que estaría mejor junto a los presos y presas que se han integrado en lo que se denomina la «vía Nanclares», cadáver político que tanto sufrimiento ha generado en cientos de presos y familiares. Es decir, complementariedad total entre presión y chantaje.

Todo esto en pleno contexto de la exigencia de liberación de Josu Uribetxebarria, para culminar el panorama chantajeador y violento.

Desde estas líneas queremos gritar «dejad en paz a Txus» como exigencia de terminar con la política de chantaje violento que encierra la dispersión y de que se le restituyan a Txus todos sus derechos como ciudadano vasco encarcelado, lo cual supondría terminar con la presión y el chantaje que sufre y, a corto plazo, su liberación para garantizar un tratamiento adecuado a su enfermedad.

Queremos denunciar también a quienes van a Madrid a ofrecer lealtades a Rajoy y, sin embargo, sólo ofrecen en Euskal Herria supuestas «conversaciones discretas» con las que escurren el bulto para garantizar la vida y los derechos humanos de Txus. Es decir, hasta la fecha de hoy, ofrecen más al señor Rajoy que a un vasco que sufre violencia, presión y chantaje. Más a Rajoy que para conseguir aquí los mínimos que necesitamos para convivir, dialogar y solucionar conflictos. ¿Qué le importa de verdad a ese tipo de persona?

Todos y todas debemos hacer algo, y hacerlo de verdad. La sociedad vasca, más allá de a qué familia política pertenezca cada cual, sabe que las palabras de político con olor a alcanfor y moqueta cara no conseguirán garantizar los derechos y la vida de Txus, sino la puesta en marcha de todos nosotros y nosotras, la movilización y la unión de fuerzas en torno a unos mínimos democráticos con los que podamos hablar de convivencia.

Txus askatu!

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