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El nuevo enviado de la ONU reconoce que su misión en Siria es «casi imposible»

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El nuevo enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Lakhdar Brahimi, calificó ayer su misión en ese país de «casi imposible» por la escalada de la violencia. En una entrevista con la BBC al asumir el puesto dejado por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, el diplomático argelino admitió que «llego a este trabajo con los ojos abiertos, sin ilusiones. Sé lo difícil que es, casi imposible. No puedo decir imposible, (sino) casi imposible». «Estoy asustado por el peso de la responsabilidad. La gente ya está diciendo que hay muertos y (está preguntando) ¿Qué está usted haciendo?», comentó Brahimi. «Y no estamos haciendo mucho. Eso en sí mismo es un peso terrible«, puntualizó.

El nuevo enviado para Siria calificó al Gobierno del país árabe de «intransigente» ante la escalada de la violencia y dijo que hay una parálisis en el Consejo de Seguridad de la ONU. Al mismo tiempo, Brahimi señaló que espera mantener el plan de paz de Annan, con una posible adaptación, si bien admitió que tiene «ideas pero todavía no un plan». Agregó que un cambio político en Siria es «fundamental y urgente, pero el cambio no debe ser cosmético». Brahimi trató de mantener distancias con los rebeldes al afirmar que no se unirá a ellos porque «estoy trabajando para dos organizaciones internacionales, Naciones Unidas y la Liga Árabe».

Un portavoz del Gobierno sirio, Jihad Makdissi, advirtió de que Brahimi, cuya visita se espera pronto en Damasco, debería escuchar a las autoridades sirias y acusó a las potencias del Consejo de Seguridad de la ONU de querer «desalentar el diálogo» con la oposición.

Por otro lado, a primera hora de ayer aviones de combate bombardearon Alepo y la ciudad vecina de Al Bab, donde los insurgentes cuentan con bases desde las que combaten hace semanas. En el bombardeo murieron más de treinta personas, 18 de ellas en la destrucción de un edificio.

Además, el barrio de Yarmana, en Damasco, sufrió el segundo atentado con coche bomba en una semana, que causó al menos cinco muertos y 27 heridos. Las autoridades sirias acusaron a la oposición armada de esta nueva explosión en una ciudad cuya población es mayoritariamente drusa y cristiana, y se ha mantenido leal al presidente, Bashar al Assad.

El atentado ocurrió el mismo día en que estaba prevista la llegada a Siria del nuevo presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer.

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