La cadena de atentados que tuvo lugar ayer en Irak, con un balance de decenas de muertos y muchos más heridos, no hace sino confirmar una escalada de violencia que continúa desangrando aquel país. Y otra noticia, aparentemente sin relación con la anterior, también podría ser indicadora de la peligrosa evolución de los acontecimientos en Irak y en toda la región: la condena a muerte del vicepresidente iraquí, Tarek al Hashemi, uno de los principales dirigentes sunitas del país, por su responsabilidad en la muerte de una abogada y un militar. Al Hashemi, refugiado en Turquía y que ayer mismo se entrevistó con el ministro de Exteriores de aquel país, asegura que su procesamiento tiene una motivación exclusivamente política.

En los últimos meses, Siria ha venido acaparando la atención informativa en la región, y también Irán ha sido centro de los focos mediáticos por encima de los esporádicos, o más bien habituales, «sucesos» de Irak. Sin embargo, ello no quiere decir que tras la retirada de las tropas estadounidenses Irak se encontrara en vías de pacificación y normalización. Nada más lejos de la realidad, los atentados de ayer o, si se prefiere, los más de 500 muertos en atentados en los dos últimos meses, volvían a confirmar lo lejos que Irak se encuentra de la paz e incluso de conformar un estado viable. Fruto de la proliferación de grupos étnicos y religiosos enfrentados, y con un gobierno corrupto y en crisis permanente, la tensión ha ido en aumento. Junto a la escalada violenta, la condena a muerte del vicepresidente iraquí es un exponente de esa tensión, no solo circunscrita a Irak, toda vez que el creciente enfrentamiento entre suníes y chiíes trasciende las fronteras iraquíes, y no solo a Siria, en cuyo conflicto esa pugna es patente, sino también a Irán y Turquía, país de mayoría suní y que últimamente viene acusando al presidente Al Maliki de discriminar a los grupos suníes.

El sufrimiento para los iraquíes no terminó con la salida de las tropas invasoras, y esa lamentable situación no tiene visos de solución, mientras aumenta el peligro de que se extienda a toda la región.