El diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, anunció ayer recortes de entre el 6 y el 8% para compensar la disminución, en la misma proporción, de la recaudación. Asimismo, planteó medidas contra el fraude y una reforma fiscal consistente en que «los que más tienen» paguen más; es decir, en subir los tipos a las rentas más altas y reducir las deducciones del Impuesto de Sociedades. No es la primera propuesta en ese sentido, y por eso precisamente llama la atención que quienes pretenden dar lecciones de gestión terminen siguiendo, tímidamente aún, el camino de aquellos a quienes se suponía iban a enseñar. El lunes la diputada guipuzcoana de Hacienda afirmaba que en ese herrialde, a pesar de las malas predicciones de principios de año, esperan recaudar solo un 0,5% menos que en 2011. La comparativa con la caída de la recaudación vizcaina, junto al hecho de que Bilbao plantee precisamente ahora una reforma fiscal, aconsejan un poco más de prudencia a quienes han construido una suerte de mito en torno a su capacidad de gestión y han tratado de desacreditar al rival político por esa vía. Sobre todo, porque corren el riesgo de quedar en evidencia, como les acaba de ocurrir.