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luz verde al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE)

Un «sí-pero» cantado y un Parlamento Europeo ausente

Josu JUARISTI

El Tribunal Constitucional Federal Alemán nunca ha bloqueado una norma de la Unión Europea, aunque la propaganda de gobiernos, partidos y medios (muchos de ellos españoles, últimamente) lo presente como el diablo antieuropeísta que impide salir de la crisis. Otra cosa es que sus decisiones condicionen la forma de hacer política y de tomar decisiones en Alemania y, por lo tanto, influya, y mucho, en la UE. Ocurre que Alemania es mucha Alemania, de ahí que cualquier guiño, estornudo o movimiento en Berlin, Frankfurt o Karlsruhe sacuda al resto de la Unión.

Desde esta premisa, la decisión adoptada por la Corte ha sido exactamente la esperada. El «sí-pero» estaba tan cantado como las condiciones implícitas al «pero». Hay quien sostiene que el Tribunal está reescribiendo de alguna manera la Ley Básica alemana a través de lo que está «constituyendo» con sus decisiones y si en algún punto se ha centrado el debate en estas últimas semanas en Alemania ha sido, precisamente, en la necesidad de convocar un referéndum sobre una nueva Constitución, hipótesis que algunos ven plausible en caso de victoria socialdemócrata en las próximas elecciones generales (otoño de 2013). En todo caso, apunte el lector que, con la excepción de la apresurada y forzada reunificación o asimilación de la RDA, la política en Alemania es compleja y lenta. Lo mismo ocurre, y no es casualidad, en la UE.

Como tampoco es casualidad que se hable cada vez con mayor claridad de una nueva reforma de los tratados en el seno de la Unión Europea. El debate, también en Alemania, tiene que ver con el futuro del euro y del modelo de Unión Europea, que parece lo mismo aunque no es igual. En ambos casos (eventual nueva Constitución alemana y nuevo Tratado en la UE), se habla de más Europa, que tampoco es lo mismo que hablar de eurobonos o compras de deuda.

Si la Corte concede renovados poderes al Bundestag y al Bundesrat es porque sitúa a Alemania en un futuro de cambio en la UE, ante la posibilidad de que una vanguardia (a la que deberían emplazar ya, y en serio, Euskal Herria, Catalunya o Escocia) dé pasos que conduzcan a una unión más política, lo que exigirá a su vez consensos y decisiones de Estado en los socios de la UE que estén por la labor. Una Unión todavía inconcreta, desde luego, pero sin duda reforzada en algunos aspectos de toma de decisiones y gobernabilidad, especialmente en la zona euro.

El Tribunal ha abierto la puerta al Mecanismo Europeo de Estabilidad y al Pacto Fiscal y, seguramente, a una extensión del «efecto Draghi» pero, al mismo tiempo, recuerda a todos que Berlín está por encima de la UE. No menos cierto es que en las decisiones sujetas aún a unanimidad en la Unión cada posibilidad de veto de un Estado miembro significa exactamente lo mismo. Lo que sigue quedando pendiente es la necesidad de reforzar la democracia en la propia UE. En un tema vital, los jueces recuerdan sin decirlo que la Cámara Europea sigue siendo un «Minder-Parlament», un parlamento menos importante, como el propio Constitucional alemán estableció en 2009.

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