Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Emociones audiovisuales
Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
La emoción que provoca el simulacro de lo real, la ilusión de realidad es algo que siempre ha funcionado como disparador. Antes de que empezáramos a utilizar la palabra «reality» estos ya existían, de otro modo, con otras formas. Hurgar en las vidas de los demás, en su intimidad, es algo demasiado humano. Hace tiempo que la televisión se desnudó como dispositivo, nos mostró su trastienda y la nuestra propia. El espectáculo de la intimidad se convirtió en un gran negocio y generó múltiples variantes. «La vida en directo» (esa gran película de Tavernier) forma parte ya de nuestras rutinas, entra en nuestras casas sin invitación previa. La televisión avanza agazapada tratando de sobrevivir a sí misma, hibridando. Y los relatos tienen líneas de fuga, desviaciones. Como comentaba en las páginas de este diario Raimundo Fitero, los efectos no deseados de una especie de campaña viral han desatado «emociones contenidas» y han dado como resultado varios muertos, revueltas y, lo que es peor, el desplazamiento de tropas norteamericanas a lugares «calientes». La seudo-ficción es la seudo-realidad.
Es difícil creer firmemente en el fin de los metarrelatos, a veces ni siquiera débilmente. Podemos creer en las crisis de legitimación de las grandes verdades, pero todo depende de la mirada. La posmodernidad pertenece a unos pocos y es fácil detectar dónde se ubican esos focos de relativismo moral. Aquellos que dieron brillo al nombre confesaron «su fraude». Como la de Lyotard, tómense esto como una boutade y sonrían mientras miran a la cámara. Los metarrelatos siguen existiendo y tienen efectos reales. Los (meta)relatos audiovisuales siguen emocionando.