Las relaciones sino-japonesas viven su momento más crítico en 40 años
La emergencia de China y la necesidad de unir a su población en tiempos en los que las viejas certidumbres ya no sirven chocan con la histórica soberbia japonesa, que sabe que tiene a EEUU detrás. El detonante, unas islas en el mar. En el fondo, agravios y rivalidades milenarias.
GARA | TOKIO-PEKÍN
Era imposible imaginar un peor aniversario, el 29 de setiembre, de la normalización de relaciones entre China y Japón hace 40 años: ligados por una historia dolorosa y por importantes lazos económicos, los dos gigantes asiáticos no han conocido desde entonces una crisis peor.
En el trasfondo de este deterioro, que se ha traducido en demostraciones de fuerza por ambas partes, la vieja disputa en torno a un archipiélago inhabitado en el Mar de China: las islas Senkaku para Tokio, que las tiene bajo control, las Deiaoyu para Pekín, que reclama su restitución. Ambas partes han organizado expediciones navales al archipiélago, situado a 200 kilómetros al este de Taiwán -que por su parte también las reivindica- y a 400 kilómetros de la isla de Okinawa (sur del archipiélago japonés). La radio nacional ha anunciado que un millar de bascos de pesca se preparan para ir a las aguas ricas en pescado de la zona una vez que arranque la temporada.
Las manifestaciones antijaponesas se han sucedido en diversas ciudades chinas durante el fin de semana. Al punto de que el ministro de Exteriores nipón, Koichiro Gemba, aseguró que «han alcanzado una escala nunca vista y algunas han derivado en auténticos motines».
Lejos parece aquel 6 de mayo de 2011, cuando el alto responsable del Partido Comunista Chino, Li Yuanchao, instó a «ampliar la cooperación (con Japón) en todas las materias, profundizar en la amistad entre las naciones y crear un buen ambiente» en torno precisamente al cercano aniversario.
Sociedades japonesas como el gigante de la fotografía Canon suspendieron ayer la actividad de varias de sus plantas en China por cuestiones de seguridad.
Panasonic ha hecho lo propio tras un incendio en su fábrica en Qingdao (noreste de China) de origen «desconocido».
El «Diario del Pueblo» amenazaba abiertamente ayer con sanciones comerciales a Japón que podrían hacer retroceder 20 años a la economía nipona.
El periódico oficial del PCC hacía una alusión explícita a la triple crisis bursátil, inmobiliaria y bancaria que Japón sufrió en la década de los noventa y que desembocó en lo que se conoce como un decenio perdido.
China es el primer socio comercial de Japón, mientras que para Pekín Japón llega detrás de la UE y de EEUU en términos de intercambios comerciales.
Las provocaciones de ambos lados, sobre un fondo de cálculos de política doméstica -se esperan elecciones anticipadas en Japón y China está en pleno proceso de sucesión de la dirección del partido- han terminado por inquietar al mundo.
Xi recibe a Panneta
EEUU, primer aliado de Japón, ha alertado incluso de un riesgo de guerra. «Me preocupa porque veo a los dos países enfrascados en provocaciones que podrían desembocar en violencia y en un conflicto que, además, se podría extender», advirtió el jefe del Pentágono.
Leon Panetta pasó por Tokio -el Gobierno le aseguró que colaborará para evitar un agravamiento de la situación- y llegó ayer a Pekín, donde tenía previsto ser recibido por el vicepresidente chino y candidato a presidente, Xi Jinping.
La calma era tensa ayer frente a la embajada japonesa en la capital china, pero se convocaron nuevas protestas para hoy, aniversario del conocido como «incidente de Mukden», que el 18 de setiembre de 1931 sirvió de pretexto para la invasión de Manchuria por Japón.
En las manifestaciones de estos días se han visto retratos de Mao Zedong y llamamientos a una guerra contra Japón. Todo apunta, como queda de relieve cada verano con la visita de ministros nipones al templo de Yasukuni, que las heridas de aquella guerra siguen supurando.