Mikel INSAUSTI

Cada vez son más las películas que necesitan del mecenazgo para existir, como la argentina «Pecados», que se ha apuntado al sistema de suscripción popular crowdfunding. La cantidad recaudada ha sido muy modesta, pero aún así es de reseñar la fe que la gente tiene en el cine independiente, apoyándolo económicamente por adelantado y sin esperar a ver los resultados. Para el realizador Diego Yaker ya es un éxito el haber conseguido estrenar su segundo largometraje, luego de su presentación en la Mostra de Valencia. Y dentro de poco ya se podrá ver en Internet a un módico precio en la plataforma Filmin. El que guste o no es otra cuestión, a sabiendas de que la opinión del crítico es sólo una más entre tantas.

Una producción de muy bajo presupuesto tiene que saber rentabilizar la falta de medios, y de cara a la consecución de ese objetivo primordial se necesita que el guión se ajuste con imaginación a las limitaciones de la puesta en escena. Al argentino Diego Yaker, realizador y guionista, le ha faltado ensamblar ambas facetas con mayor seguridad y convencimiento. El desarrollo argumental cojea, sustentándose únicamente en la solvencia de un reparto que se le queda algo corto. Cierto es que representan a personajes espectrales y solitarios, lo que no les exime de pertenecer a una comunidad cerrada, que a los ojos del espectador nunca queda suficientemente representada.

El desolador ambiente que envuelve a los protagonistas remite a la estética polvorienta del spaghetti-western, culminada por un duelo final a lo Sergio Leone en versión de lucha generacional entre abuelo y nieto. La luz cegadora lo domina todo, aunque a base de forzar la sobrexposición hasta conseguir imágenes solarizadas. Sin embargo, y máxime tratándose de un poblado fantasma de minas abandonadas, los secretos parecen ocultarse bajo tierra. El infernal enclave surge de un rodaje en tierras salteñas, en localidades perdidas de los Valles Calchaquíes. Un sitio inhóspito ideal para el estallido de la violencia, salvo porque degenera en un represivo culebrón acerca del amor prohibido de la única pareja joven.