Anjel Ordóñez Periodista
Hace tiempo que Manu no es el mismo
Conozco a Manu (el nombre es ficticio, la persona no) desde ya hace muchos años. Siempre hasido un buen amigo, cordial, noble y sincero cuando hace falta. Y también cuando no. Siempre ha caminado por el mundo con cuatro cosas claras, muy claras, que le sirven de soporte esencial, de brújula para no perder el norte, a pesar de que casi siempre ha preferido, testarudo, nadar a contracorriente. Y aunque con frecuencia hemos discrepado en los análisis, su aplastante honradez siempre termina por vencer resistencias y acercar posturas. Desde niño he visto a Manu, con sus defectos y sus virtudes, como una persona de una vez. Sin embargo, Manu ya no es el mismo. En los últimos meses, su carácter ha ido mudando y donde sobraba optimismo y empuje, ahora encuentro, a menudo, pesimismo y atisbos de abandono. Donde había firme determinación vital, reina un violento océano de dudas que amenaza con hundir la otrora fuerte embarcación de su personalidad individual y su compromiso colectivo.
Manu, desde hace casi tres años, está en paro.
Al principio, se tomó su nueva situación con optimismo. Quiso ver en el cambio, aunque forzado, una oportunidad de modificar su forma de vida, de renovarse por completo, a pesar de que ya no es ningún adolescente. No obstante, con el implacable paso de los meses, la búsqueda infructuosa de un trabajo, cualquier trabajo, ha ido minando su carácter. En su fuero interno, sigue defendiendo sus convicciones, su idiosincrasia; pero la inactividad, la acuciante presión de la necesidad económica y la ausencia de perspectivas reales desafían con furia su integridad. La persona que fue comienza a desmoronarse por los cuatro costados.
Manu, desde hace casi tres años, está enfermo.
Sufre desempleo de larga duración, paro crónico, una enfermedad destructiva que se lleva por delante incluso a los más robustos. Una dolencia física y psíquica que, cual gota malaya, va drenando día a día, hora a hora, la entereza del organismo. Manu necesita una medicina, un fármaco que le saque del agujero. No soy boticario, desconozco la fórmula química, pero algo me dice que en ella no pueden faltar ni el 26 ni tampoco la S.