La clave para un equipo como la Real es hacerse fuerte en su campo para poder acabar la temporada en la primera mitad de la tabla y ganar los dos partidos disputados en Anoeta han bastado para estar en el Top 10 en el inicio liguero.

Para los realistas es importante sentirse seguros en el estadio porque es donde más cómodo pueden jugar por el apoyo de su público y porque su césped es el más adecuado para desarrollar el estilo de juego que pretende implantar Montanier.

La trayectoria de la Real en Anoeta desde que comenzó la segunda vuelta de la pasada temporada ante el Sporting de Gijón es casi impecable con nueve victorias, dos empates y una derrota ante el Levante en doce partidos. Fue un partido extraño además en el que los realistas jugaron en inferioridad numérica el segundo tiempo.

En esos doce encuentros la Real siempre ha marcado al menos un gol con un balance favorable de 26 tantos a favor y siete en contra y la mitad se resolvieron con al menos dos goles de diferencia sin temer por el triunfo.

Se superan todos los problemas

Porque tras el partido contra el Zaragoza se han realizado demasiadas lecturas negativas, pero la principal conclusión solo puede ser positiva porque lo único importante es ganar y se había generado una cierta presión alrededor del equipo tras dos semanas duras por el mal partido de Mallorca.

No es fácil afrontar un partido en casa con bajas importantes como las que tenía la Real en la faceta ofensiva y con jugadores que disputaban sus primeros minutos en Liga como Zurutuza o Iñigo Martínez, otro como Illarramendi que no ha comenzado a su nivel y un Carlos Vela que lleva la preparación más retrasada. No es lo mismo jugar con Markel que con Elustondo en casa porque se pierde en la salida de balón y todos esos problemas ayudan a comprender el mal juego, especialmente, en la primera parte contra el Zaragoza.

Además hay un factor que perjudica a la Real para desarrollar el estilo de juego que mejor se adapta a las características de los jugadores. Si algo ha caracterizado casi siempre al césped de Anoeta ha sido por ser una alfombra gracias al gran trabajo de los encargados de su mantenimiento, pero ha surgido un problema, una especie de hongo, que perjudica a la hierba y que está en vías de solución.

Si con todos esos problemas unidos la Real fue capaz de ganar con comodidad al Zaragoza no hay lugar para lecturas tan negativas. Quizás influye demasiado el empeño de algunos en cuestionar a Montanier, que tuvo que volver a escuchar el cántico peyorativo de «Gabatxo mueve el banquillo» cuando su equipo tenía el partido controlado con el 2-0 antes de la salida de Javi Ros. Tampoco tenía muchas opciones en el banco.

La asignatura pendiente

La asignatura pendiente de la Real son los partidos fuera de casa, ya que con su buena racha como local comenzó la mala como visitante en la segunda vuelta de la pasada temporada con ocho derrotas y tres empates, aunque la influencia del calendario también ha sido grande porque la mayoría de los rivales que han visitado los blanquiazules en esos once partidos estaban situados en la zona alta de la tabla.

Porque la Real no jugó bien ni en Barcelona ni en Mallorca, pero por algo están en las tres primeras posiciones de la tabla. La del domingo en el Ciutat de Valencia es una buena oportunidad para cambiar esta dinámica del equipo fuera de Anoeta, donde especialmente sufre contra equipos del estilo de juego del Levante de José Javier Barkero. Porque la Real no puede fiarlo todo a los partidos de casa. Hay que sumar fuera para tener menos presión en Anoeta.