Hollywood al rescate
«Argo»
El tercer largometraje de Ben Affleck suena ya entre los títulos favoritos para los Óscar, y está siendo largamente ovacionado en cuantos festivales se proyecta: Telluride, Toronto y Donostia. Ante la favorable recepción, poco o nada puedo oponer, aunque no terminó de pillar que es lo que tanto gusta de un proyecto que, en manos de Grant Heslov o George Clooney, limitados a tareas de producción, podría haber dado mucho más de sí.
La historia real en que se basa supera cualquier ficción, por lo que a poco que se guionice ofrece infinitas posibilidades de tratamiento cinematográfico. El que han seguido Ben Affleck y su guionista Chris Terrio no está claro, pues oscila entre el drama humano, la historia patriórica, el cine dentro del cine, la sátira política y el thriller de espionaje. El desarrollo genérico no se decanta en ningún sentido, habiendo partes en las que el realizador y actor estelar se toma muy en serio lo que está contando, como si se tratara de «Munich» de Steven Spielberg. En otras, la caricatura se apodera de la película, con la diferencia de que cuando se ridiculiza a los norteamericanos el retrato resulta amable, mientras que, si la burla es a cuenta de los iraníes, adquiere una dimensión más hiriente.
No en vano los roles autoparódicos de John Goodman y Alan Arkin son los más logrados, porque Ben Affleck no tiene el sentido de humor de ellos dos. Ambos veteranos comparten el divertido diálogo sobre la cita de Marx (Carl y no Groucho): «La historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa». De todo eso hay aquí.
Dirección: Ben Affleck.
Guión: Chris Terrio.
Intérpretes: Ben Affleck, Alan Arkin, John Goodman.
Fotografía: Rorigo Prieto.
Música: Alexandre Desplat.
País: EEUU, 2012.
Duración: 120 m.