Bertha Gaztelumendi | directora de «Mariposas en el hierro»
«Son mujeres que luchan por transformar el dolor en algo útil para el resto»
La periodista Bertha Gaztelumendi opta al premio Serbitzu con su primer documental, en el que ha reunido a un grupo de mujeres comprometidas con la paz a pesar de sufrir la violencia. Todas ellas han apostado por mirar a los ojos a la persona que tienen enfrente, compartir el dolor propio y escuchar el ajeno, aun estando «en el otro lado».
Xole ARAMENDI | DONOSTIA
El título hace referencia a las mariposas, «en apariencia frágiles pero con una fortaleza especial, que las hace capaces de viajar desde Canadá hasta México. Además, es el único ser vivo que cambia de ADN», en palabras de Bertha Gaztelumendi (Irun, 1962). En contraste, el hierro, «ese infierno en el que han estado y del que echan a volar».
La directora salió al encuentro de las mariposas, mujeres que también han vivido un proceso de transformación, de ahí la metáfora. «Luchan en contra de aquello que les perjudicó. Tienen una actitud de mejora, de entrega a la sociedad, de transformar ese dolor en algo útil para el resto», subraya.
Las protagonistas que estaban presentes en el pase inaugural se mostraron emocionadas. ¿Cómo lo vivió?
Pude ver la película junto a ellas, de manera más o menos relajada. Me interesaba mucho ver su reacción e iba sintiendo que en algunos momentos de la proyección se reían.
A alguien puede extrañar que haya momentos para el humor en unas circunstancias así.
A mí incluso me hubiera gustado que el humor tuviera más presencia en el documental, ya que es un ingrediente esencial en la vida. Pero las cosas fueron desarrollándose así. De todos modos, sí hay chispa en algunos de los testimonios. El carácter de cada mujer es distinto y algunas tienen chispa.
Los testimonios reflejan los resortes con que cuenta cada persona al enfrentarse a la situación. Uno de ellos puede ser el humor, la ironía.
Por ejemplo, el testimonio de Tere [Ruiz de Arbulo] es pura humanidad. Cuenta riéndose que reza, y que de tanto hacerlo ha perdido hasta la fe. Eso provocó en la sala una risa generalizada. Es muy entrañable.
Es su primera experiencia tras la cámara, un trabajo que ha realizado por encargo.
Sí, me llamaron Izaskun Moyua y Arantxa Madariaga del Centro Internacional de Innovación en Políticas de Igualdad. Querían hacer un documental sobre el tema mujeres y paz. He tenido absoluta libertad para hacer lo que me ha parecido. Las mujeres llevan tiempo haciendo senderos de paz y de justicia. Tienen que estar en todos los ámbitos de la sociedad, incluido el proceso de paz de este país. Mostramos las experiencias de paz que han llevado a cabo en Euskadi y en otras latitudes.
La visión de violencia que plantea es muy amplia.
Johan Galtung, teórico de resolución de conflictos, dice que la paz no es solo ausencia de violencia, sino que hay que terminar con aquellas violencias estructurales de la sociedad para conseguir una paz duradera. Y ese anhelo lo han expresado los movimientos de mujeres y el movimiento feminista al decir que no hay que conseguir una paz, sino muchas paces. No es que callen las armas, sino que exista igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Es abrir el concepto de paz e ir más allá de la violencia de motivación política, por ejemplo.
Son mujeres de distintas generaciones y extractos sociales. ¿Qué destacaría de ellas?
Ahora pueden hablar y poner nombre a lo que les ha pasado. Es tan fuerte esa vulneración de derechos humanos que han padecido que a veces no existen palabras para describirla. Y ellas llegan a poder expresarlo, lo que constituye un paso adelante. No todas lo consiguen, ya que requiere una gran fortaleza y valentía. Ellas han sufrido tanto y han podido seguir con sus vidas y tratar de luchar contra aquella violencia que les ha partido la vida. Tengo que impresión de que quienes han podido hacer esa transformación entienden mejor el entorno, son más sabias. Saben algo más porque han llevado a cabo un proceso interior que quizás muchos de nosotros no hemos hecho, porque no hemos sufrido. Para salir del sufrimiento se necesita mucha energía y mucho coraje, mucho entendimiento y mucho discernimiento. Estas mujeres están a años luz de la media.
La antropóloga mexicana Marcela Lagarde dice que no hay una sola verdad. Algo tan sencillo y tan complicado, porque todos nos creemos en posesión de la verdad, por lo menos de la nuestra.
Exactamente. Ella dice que la paz requiere un cambio de mentalidad.
También afirma que las víctimas no pueden serlo toda la vida.
Sí, ¿cómo evitarlo?, con justicia y reparación.
Las víctimas que aparecen en la cinta tienen parte del recorrido realizado. Varias participan en la iniciativa Glencree.
Yo no quería hablar de víctimas, quería hablar de paz. Para ello, pensé en aquellas personas que habían hecho caminos individuales de reconversión de ese dolor en energía positiva para luchar contra aquello que les había dañado y les había partido la vida. Quería mostrar el paso que habían dado, que yo considero que es el paso de paz y de justicia. La iniciativa Glencree persigue reconocer el dolor ajeno como la semilla para una reconciliación. Las personas que participaron pudieron entenderse y vieron que merece la pena pelear, negociar y entenderse para llegar a unos mínimos, que es lo que tenemos que hacer aquí si queremos una reconciliación de nuestra sociedad.
Edurne Brouard reconoce que había veces que le daban ganas de salir corriendo, aunque pensó que podía ser positivo para ella, como así ha sido.
Sí, por puro sufrimiento. Tienes que ponerlo todo encima de la mesa y entender que tu sufrimiento y el de la persona que tienes enfrente ambos son importantes y que nos ha afectado tanto a las dos. Es muy doloroso, sobre todo hacerlo ante desconodidos.
Asun Casasola afirma que todos somos capaces de soportar todo lo que nos da la vida.
Sí, también lo dice Tere [Ruiz de Arbulo]. No sabes lo que te va a dar la vida, pero dos personas han tenido graves problemas dicen que sacas fuerzas de donde no tienes.
¿Fue fácil que le contaran sentimientos tan íntimos?
Ha sido especial el proceso de ir entrevistando a cada una de ellas, encontrarlas con el corazón abierto, con una generosidad enorme a la hora de hablar de su intimidad. Han tenido una actitud muy positiva y los momentos compartidos han sido fructíferos. Con cada una podría hacer un documental. La vida les ha llevado tan al límite que hay mucho que mucho que contar, mucho que reflexionar.
¿Cómo calificaría la experiencia que ha vivido con ellas?
Ha sido absolutamente enriquecedora, tanto en el plano personal como en el profesional. Cuando trabajas con semejante intensidad vuelcas mucho de tí misma y aprendes mucho. Ha sido un proceso muy corto en el tiempo, maratoniano. Y aunque estoy cansada, me ha valido mucho y me ha gustado mucho.
«Ellas han sufrido tanto y han podido seguir con sus vidas y tratar de luchar contra aquella violencia que les ha partido la vida. Tengo la impresión de que quienes han podido hacer esa transformación entienden mejor el entorno, son más sabias»
El filme de Bertha Gaztelumendi abre la ventana a los testimonios de Tamara Muruetagoiena, Asun Casasola, Marcela Lagarde, Izaskun Moyua, Miren Mentxaka, Marta Uriarte, Amparo Pimiento, Izaskun Guarrotxena, Ainhoa Aznárez, Tere Ruiz de Arbulo, Arantza Urkaregi, Rosa Rodero, Edurne Brouard, Carmen Hernández, Carlos M. Beristain y Gloria Guzmán.
Todas ellas son víctimas del gran abanico de violencias que coexisten en Euskal Herria. «No es solo la violencia de motivación política. En Euskadi conviven muchas violencias. Tenemos violencia de género, una violencia económica que impide a muchos desarrollarse como personas, existe la violencia racial... Hemos representado algunas de ellas«, cuenta la directora.
Junto a víctimas diferentes expresiones violentas del conflicto vasco, tienen voz Stop Desahucios, Bilgune Feminista y Ahotsak, entre otros colectivos e iniciativas.
X.A.