Entre gritos de «huelga» y un neutro recuerdo a carrillo
La casualidad quiso que Santiago Carrillo muriese a pocos días de la celebración de la fiesta del PCE, aquella que él mismo abarrotó en sus inicios y de la que llevaba décadas distanciado. El fallecimiento de su ex secretario general y el debate sobre cómo articular la respuesta ante la ofensiva de recortes del Gobierno español marcaron una jornada de dimensiones más reducidas que otros años.
Alberto PRADILLA
«Huelga general», gritaban algunos de los asistentes al acto que comparten Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, secretarios generales de CCOO y UGT. Estos no se daban por aludidos aunque lanzan un discurso más duro que el habitual. Críticas al Gobierno español, rechazo de recortes pero ni una palabra sobre dar un paso más en las movilizaciones. Tampoco al hecho de que en Euskal Herria ya exista una convocatoria a la que no se han sumado. Las diferentes formas de entender qué debe de hacer la izquierda española ante la ofensiva neoliberal del Ejecutivo del PP confluyeron ayer en la fiesta del Partido Comunista de España. Algunos, los más enfadados, llegaron a increpar a Toxo y Méndez al grito de «fuera, fuera». No eran mayoría. Posteriormente, durante la entrada de las juventudes, las consignas de «hace falta ya una huelga general» tomaron más fuerza.
La histórica celebración del PCE llegaba este año marcado por el acelerón neoliberal de Mariano Rajoy y, por supuesto, por la muerte de su antiguo secretario general, Santiago Carrilo. La casualidad quiso que el mítico exlíder y posteriormente escindido falleciese a pocos días de unas jornadas en las que hacía décadas que ya no participaba. Finalmente, el PCE optó por una solución neutra: tres académicos analizaron el viernes la figura de Carrillo. Nada de homenajes; aunque sí una revisión crítica de algo que forma parte del pasado de la formación. «La ruptura todavía marca, hay heridas todavía abiertas», explica Tote García Blanco, militante del PCE de 48 años que puede alardear de haber fallado únicamente a una edición de la fiesta del partido. Según afirma, en el momento de la gran escisión, allá por los 80; las juventudes de Madrid, donde él militaba, se aliaron con los carrillistas. «Asumo toda la historia de mi partido. Las decisiones fueron colectivas», insiste. Claro, que no todo el mundo lo ve igual. Marga Ferrer, secretaria de Programas de IU, recuerda, apelando en todo momento al respeto, que Carrillo había pasado mucho tiempo alejado del partido. «Podría decirse que se reconstruyó de lo que él dejó», indicó. Lo cierto es que, pese a que el fallecimiento es muy reciente, la figura del antiguo líder comunista pasó desapercibida en el encuentro anual.
Las próximas citas electorales en la CAV y Galiza también tuvieron su espacio propio. Por una parte, Ezker Anitza, que se presenta tras una traumática ruptura. Por otra, la candidatura gallega, que une a Esquerda Unida y Anova, sector liderado por Xosé Manuel Beiras y escindido del BNG.
Cambio de ubicación
«Esto ya no es lo que era» era una de las frases que podía escucharse entre los asistentes. Es cierto, la marea humana de los primeros años, cuando tenía lugar en la Casa de Campo, ha dejado paso a un espacio más familiar. Aunque también se buscan los lados positivos. «Por lo menos, se consigue hacer», señalaba un militante del PCE que recordaba que hace cinco años fue imposible colocar las casetas. El Ayuntamiento de Madrid, en manos entonces del Alberto Ruiz Gallardón, cerró las puertas del emblemático escenario a golpe de factura. Las tasas que exigió se convirtieron en inasumibles. Desde entonces, tras un año de exilio a Córdoba, la fiesta se centraliza en San Fernando, uno de los pocos islotes de Izquierda Unida en medio del azul del PP que domina en los municipios madrileños.
«Ahora es una fiesta más seria, me gusta más», asegura Ferré, que recuerda que, pese al aforo completo de los años 80, este no se veía recompensado en las urnas. También observa algo de «mitificación» que no se repite en las nuevas generaciones, que no conocieron los tiempos de enormes casetas y una asistencia masiva.