BOBADAS ALPINAS | Kike de Pablo, alpinista
Electra?
Fèlicité Herzog acaba de arreglar cuentas con su padre, al publicar su libro “Un héros” (un héroe). Maurice Herzog, de 93 años, fue y es una de las personalidades más conocidas en Francia y en el mundo de la montaña en general. Su escalada del Annapurna en 1950 (primera cumbre de 8.000m) ascendida junto a Louis Lachenal, le proyectó al estrellato mediático y político, a pesar de ciertos nubarrones que oscurecían su épico relato “Annapurna, primer ochomil”, nubarrones apantallados por los imperativos políticos del momento en una postguerra mísera (como todas) bien necesitada de héroes y sueños, por lo que ocupó los cargos de Alto Comisario y Secretario de Estado de Juventud y Deportes con el general De Gaulle desde 1858 a 1965, vicepresidente de su partido UDR y alcalde de Chamonix. Su hija, descendiente por vía materna de la aristocracia de los duques de Brissac y la dinastía industrial de los Schneider, intenta ahora derribarle del pedestal sin miramiento alguno, no solo sobre su famosa ascensión (la cual pone en duda) sino sobre todo en el aspecto personal, retratando a un hombre mentiroso, que abandonó a su esposa y se despreocupó de sus hijos, un “hemipléjico de la sensibilidad”, el DSK de la montaña al decir de algunos comentaristas. El universo antiguo de la Francia de siempre frente al moderno heroismo de la aventura, aunque ¡ay! con sabor a falso. Mejor enfocar la lupa sobre las gestas del héroe, sobre la belleza de las obras, y no sobre el hombre que las realiza.