El madrileño Javier Rebollo, quien ya cuenta con la Concha de Plata al mejor director por «La mujer sin piano» (2009 ), competía ayer con una historia experimental y minimalista, cortada casi como un «traje a medida» para el actor José Sacristán. En «El muerto y ser feliz» se plantea un viaje de 6.000 kilómetros por Argentina en el que el protagonista -Santos, un asesino a sueldo con tres tumores que son garantía de muerte- «huye de la muerte corriendo hacia ella», según explicó Sacristán.

Un viaje en el que se va encontrando con diversos personajes y con una trama que es relatada por una omnipresente voz en off que relata todo lo que está pasando, hasta el extremo de resultar irritante. «Esa voz crea una sospecha sobre lo real, empieza siendo simplemente una descripción pero, ¡ojo! No se fía usted de todo lo que ve», explicó un Rebollo que buscaba ser trasgresor incluso en sus declaraciones. Un ejemplo: «reconoció» -quería provocar, por supuesto- que la voz en off eran inicialmente los audiocomentarios de la versión en DVD de la película. Apuntó que la elección de eta voz en off era muy calculada «y quiero creer que al final te arrastra», además de mostrarse convencido de que sí ha innovado al hacer «algo que pocos cineastas han hecho antes», al unir «en un mismo plano el presente, el pasado y el futuro» (todo gracias a una voz en off, que incluso adelanta lo que pasará luego).

«La película no es contradictoria, es paradójica. La memoria nos hace confundir. Este personaje es un Cid, un Quijote, un mito que se abre a todas las posibilidades del lenguaje, al presente, al pasado y al futuro en un mismo plano», ha concluido Rebollo a propósito de este «El muerto y ser feliz», que ha dividido las opiniones y que todavía no tiene distribuidora en el Estado español.