
Fede de los R�os
Miseria y soledad
Por eso Mariano dice como su admirado Jes�s: �Biaventurados los mansos�. Quiere un pa�s de silenciosos mansos que, despu�s de uncirles al yugo, muestren agradecimientoHab�a tenido un mal d�a. �l que hab�a acudido a la ONU, ilusionado de mostrar al mundo la �marca Espa�a�, la del todo va bastante bien. Hablar ante la asamblea mundial de lo divino y de lo humano. De su Sol, sus playas, paellas y sangr�as; de sus �les y ol�s; de Espa�a fuente de gracia y salero. Hasta hab�a preparado un puntito reivindicativo con aquello de �Gibraltar espa�ol� y, cuando subi� el estrado de los oradores, algo le impidi� la visi�n del patio de butacas y platea del enorme anfiteatro, quiz�s los focos, la emoci�n del momento, una miop�a sobrevenida fruto de los nervios y el miedo esc�nico: no hab�a acudido a o�r al gallego ni dios. No pudo desfacer entuerto alguno con relaci�n a la imagen de Espa�a mostrada en la prensa internacional ante el inexistente auditorio. C�mo entonces explicar que la foto del individuo rebuscando en el contenedor de basura puede dar una interpretaci�n equivocada debida a la precipitaci�n y el prejuicio. C�mo aclarar que, simplemente, se trata de un padre de familia heterosexual (como Dios manda) al que su hijo de cuatro a�os en una travesura propia de la edad le hab�a arrojado, dentro del contenedor de materia org�nica, el rolex chapado en oro regalo navide�o de su jefe, (un emprendedor), con la siguiente dedicatoria gravada en la tapa de la maquinaria �a fulano de tal, como devoluci�n de una peque�a parte de la plusval�a que me procuras y en agradecimiento a tu tes�n�.
En eso dedicaba los esfuerzos indagatorios. A la recuperaci�n del tan preciado recuerdo de su amado jefe; por ello separaba ansioso el contenido del arc�n de lixiviados al tiempo que, en voz queda, daba gracias a Dios y a la Virgen del Pilar por vivir en una democracia como la espa�ola.
En Espa�a, -hubiera querido decirles don Mariano a los ausentes-, los �nicos que regularmente rebuscan en la basura son ciudadanos con una alta conciencia ecol�gica a los que su, a veces excesivo, celo, les impele a cerciorarse que las basuras han sido correctamente separadas para su mejor reciclaje. Todo lo dem�s es producto de las lenguas de doble filo y de la envidia que, desde tiempos inmemoriales, nos tienen a los espa�oles.
Todo esto hubiera llegado a o�dos de los miembros de la ONU si no se hubiesen marchado dej�ndolo s�lo. Como dir�a su madre, ellos se lo pierden.
Tuvo un recuerdo desde Nueva York, all� donde la libertad es una estatua. Fue para la Espa�a buena, la de los buenos espa�oles, la de la �mayor�a silenciosa� que abre la boca cuando quiere orar o bostezar, �la que no sale en las portadas de la prensa� produciendo malentendidos que tanto cuesta clarificar; la �que no se manifiesta� evitando as� el tener que soltar a seres de nulo entendimiento uniformados por las calles para golpear, herir, detener, maltratar y encarcelar, propiciando, de nuevo, im�genes que en nada ayudan a vender la �marca Espa�a�.
Por eso Mariano dice como su admirado Jes�s: �Bienaventurados los mansos�. Quiere un pa�s de silenciosos mansos que, despu�s uncirles al yugo, muestren agradecimiento.
Pobre Mariano tan s�lo. En la m�sera soledad del miserable.