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Raimundo Fitero

General

 

Cuando un destacado miembro histórico del PP catalán, Alejo Vidal-Cuadra, tertuliano conspicuo de Intereconomía y parlamentario europeo puede advertir a quien corresponda que se vaya preparando a un General de Brigada, «de la Guardia Civil», naturalmente, para intervenir en Catalunya si sus pobladores deciden libre y democráticamente independizarse del Reino de España, y no es reprimido por su partido, ni sale esa pandilla de voceros del señor del puro o a denunciar esa incitación al uso de la violencia golpista, es que los peores están tomando cuerpo. La involución es con rango de golpe, y los sables están haciendo demasiado ruido.

Todo lo sucedido alrededor de las manifestaciones del 25-S, la salvaje intervención policial, pero la más salvaje intervención política y partidista desde el gobierno que ha acabado con un ridículo extraordinario de los estrategas de la tensión que no han logrado que la Audiencia Nacional recibiera a los detenidos con acusaciones casi de golpe de estado, se convirtió en algo todavía más salvaje, más peligroso, porque un coro de tertulianos, periodistas de la caverna y del fondo de reptiles, en directo, en diferido, teledirigidos, siguiendo consignas, no hicieron otra cosa que socavar, una vez más, los derechos de los ciudadanos a expresarse en la calle. Mintieron, siguen mintiendo y seguirán mintiendo, lo que es un golpe de estado mediático, del que no sabemos quién es el General de Brigada que manda esta acorazada y periodistas ninjas que solamente buscan el retorno a los tiempos dictatoriales.

Es más, probablemente el programa «La Sexta Columna» del pasado viernes, denunciando este acoso mediático, estos abusos policiales, estos delirios políticos desde el gobierno, puede guardarse como histórico, porque desde mañana, en manos del gran capitán general de Planeta, el señor Lara, que ya ha advertido que sacará de Catalunya su imperio editorial si se declara la independencia, se acabaron las tibiezas de estos progres de Roures y compañía. Las televisiones generalistas españolas van a ser como cuando Franco, una televisión única, con un parte único, pero leído con diferentes acentos y colorines.