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Igor Urrutikoetxea y Arantza Sarasola Secretario de Relaciones Internacionales y secretaria de la Federación de Servicios Públicos de LAB

Luchemos por nuestros derechos

Tenemos claro que el cambio político debe darse en nuestro pueblo en claves de justicia social, y que para ello es esencial contar con una sanidad y una educación eficaces, gratuitas y universales, así como con un sector público fuerte

La Federación Sindical Mundial (FSM) llama hoy a la clase trabajadora del mundo a movilizarse, reivindicando para todas las personas bienes esenciales que se sustentan en derechos básicos universales: «Alimentos, agua, medicamentos, libros, vivienda».

Si bien en Europa estamos padeciendo en toda su crudeza la actual crisis del sistema capitalista, no hemos olvidar que el capitalismo es un sistema injusto que ha abocado desde sus inicios a vivir diariamente en crisis a miles de millones de personas.

A pesar de que a nivel mundial se produce tal cantidad de alimentos que podría erradicarse el hambre si se repartiesen equitativamente, y a pesar de que se destruyen diariamente miles de toneladas de alimentos porque el «mercado» se considera congestionado, más de 850 millones de personas están desnutridas y en muchos casos mueren a causa del hambre. Las necesidades del «mercado» alimentario nada tienen que ver con las necesidades reales de nutrición de la humanidad. Así, los precios de los alimentos básicos han alcanzado su nivel más alto desde hace 30 años y ello ha llevado a que las personas pobres aumentaran el año pasado en 50 millones. La subida del precio de los alimentos ha hecho que aumenten los ingentes beneficios de las multinacionales como Nestlé, el Grupo Kraft, Pepsi o Coca-Cola, entre otras.

Algo similar ocurre con el recurso natural más importante del planeta, el agua. Mientras 884 millones de personas no tienen acceso al agua potable y el 39% de la humanidad no tiene acceso al saneamiento básico, y como consecuencia de ello alrededor de 1,5 millones de niños y niñas mueren anualmente por estas carencias, el Banco Mundial, el FMI, las principales multinacionales que operan en el sector y determinados gobiernos están presionando para que su gestión se privatice. Algo que ya se ha dado en muchos países, creando un jugoso negocio, y que en el Memorándum de la Troika para Grecia aparece como requisito ineludible.

En esta locura capitalista de ver como nichos de nuevos mercados los derechos esenciales es donde debemos ubicar la progresiva privatización de la educación y la sanidad. Los porcentajes de analfabetismo en África llegan al tercio de la población, y al 18% en Asia (el 65% de las personas analfabetas son mujeres). Estos son los datos más graves, pero el aumento de las tasas educativas y del precio de los materiales escolares, unido al deterioro de las condiciones en las que los profesores y profesoras deben desempeñar su labor, están haciendo que la educación superior en países de Europa y América se esté convirtiendo en un «lujo» al que cada vez menos personas pueden acceder. Las luchas estudiantiles exigiendo una enseñanza pública, universal y gratuita en Chile, Quebec, Puerto Rico, Valencia o la huelga de estudiantes en Euskal Herria el próximo 11 de octubre nos muestran el camino a seguir para quienes no estamos dispuestos a renunciar al derecho a la educación.

En la estrategia de desmantelamiento de los sectores públicos destaca la implantación del repago en las medicinas, lo que hace que las personas en paro o pensionistas tengan dificultades para adquirirlas. El cierre de plantas, la no suplencia de vacantes y medidas similares han deteriorado las condiciones sanitarias en el sur de Europa, y por primera vez se está dando un retroceso en la esperanza de vida (en Grecia la esperanza media de vida ha disminuido dos años desde 2007). Esto se da mientras las grandes multinacionales farmaceúticas obtenían 78.000 millones de dólares de beneficios el pasado año, a costa nuestra y de vetar la expansión de los medicamentos genéricos en los países más necesitados.

En cuanto a la vivienda, esta se ha convertido en un «artículo de lujo» inalcanzable para millones de personas. La especulación descontrolada nos condujo a la burbuja inmobiliaria que está en la génesis de la actual crisis que están haciendo pagar en Europa a la clase trabajadora, y por la que esos mismos bancos que desahucian a gente necesitada de vivienda están siendo «rescatados» con el dinero público, de las personas trabajadoras, incluido el de quienes son desahuciados.

Por todo lo expuesto, hoy miles de trabajadores y trabajadoras denunciaremos en todo el mundo que la alimentación, el agua, la educación, la sanidad y la vivienda para el sistema capitalista imperante no son derechos básicos, sino bienes comerciales de los que las transnacionales, la Banca, el gran capital y los gobiernos que actúan a su dictado pretenden obtener un gran margen de beneficio.

Es cierto. Hay que luchar por nuestros derechos todos los días del año, y así lo hacemos. Lo hicimos el pasado 26 de septiembre, y tras el éxito de la jornada de huelga general, LAB estará también hoy exigiendo un cambio en las políticas a nivel global. Pero también hay que cambiar las cosas de raíz en lo local, aquí, en Euskal Herria. Tenemos claro que el cambio político debe darse en nuestro pueblo en claves de justicia social, y que para ello es esencial contar con una sanidad y una educación eficaces, gratuitas y universales, así como con un sector público fuerte que garantice el acceso a bienes básicos como la vivienda y la alimentación.

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