Nula autocrítica ante la lacra del desempleo
Después de los malos datos de agosto, con un repunte que frenó en seco la inercia estival, la tasa de desempleo de setiembre solo puede calificarse como desastrosa. En el último mes, más de cinco mil personas han engrosado las listas del paro, una subida sensiblemente superior a la del Estado que, además, sigue la tendencia de todo el ejercicio. Ya son 213.816 las personas que no tienen trabajo, unos guarismos inéditos cuya gravedad se acentúa por el hecho de que un 40% de ellas no recibe ningún tipo de prestación.
Hace tiempo que el desempleo es uno de los principales problemas de este país, que pone en riesgo el proyecto vital de decenas de miles de familias. Pero la evolución que ese problema está teniendo en los últimos meses debería hacer saltar todas las alarmas en unas instituciones que se muestran incapaces de hacerle frente. Con casi un 16%, la tasa de paro de Hego Euskal Herria se aleja cada vez más de los parámetros europeos y se acerca peligrosamente a los españoles, donde tiene trazas de convertirse en un mal endémico. Sin embargo, la respuesta que los gobiernos de Lakua y de Iruñea dieron ayer a lo que sin duda fue una mala noticia fue desalentadora. Así, la directora del Servicio Navarro de Empleo, Maribel García, se escudó en que la subida del paro sigue la tónica de los meses de setiembre de los últimos años, escaso consuelo para las navarras y navarros que se han visto afectados. Y desde Gasteiz, la portavoz del Ejecutivo, Idoia Mendia, atribuyó la destrucción de empleo a la última reforma laboral, lo que viniendo de una institución como la que ella representa, suena a excusa pobre. Más aún, cuando su partido aplicó una reforma cuyo espíritu es idéntico al de la que poco después aprobó el Gobierno del PP.
La nula autocrítica de las instituciones ante el drama del paro es un problema en sí mismo, porque sin autocrítica no hay cambio posible. Y, también en esta materia, lo que se necesita es un cambio radical, y urgente.