Raimundo Fitero
Gibraltar
El paro sigue creciendo, los presupuestos generales del Estado español señalan las líneas del abismo, el TAV se quedará en una de esas obsesiones que han destruido paisaje, emociones, y que va a quedar como una obra fallida, inconclusa, la imagen de la aberración. ¿Por qué se empecinan en seguir gastando cientos de millones de euros para una inutilidad que no lleva a ningún lugar? Pero nuestros teleberris se preocupan bastante más de la bronca entre Bielsa y Llorente que viene a ser el anuncio de un desacuerdo a muchas bandas, un síntoma de una decadencia.
Metidos en asuntos fundamentales y esenciales, se recuerda que cuando se lanzó la noción inminente de una posible independencia de Catalunya, o al menos del Principat, en las tertulias mediáticas y partidistas españolas, además de las mentiras sobre la inviabilidad económica, la ruina a la que se iban los catalanes, la salida de Europa (fíjate tú qué bien), se lanzaba una insidiosa pregunta para desanimar a los catalanes a votar lo que sienten: «¿Dónde jugaría el FC Barcelona si se independiza Catalunya?» Esa pregunta ya tiene respuesta oficial desde la FIFA: como Gibraltar.
Y una vez que Mariano Rajoy habló a los asientos vacíos de la ONU pidiendo Gibraltar para la soberanía del Reino de España, resulta que el alto organismo futbolero internacional ha inscrito provisionalmente a Gibraltar como una selección más para sus competiciones de toda índole. No se sabe de la entidad de dicha selección, pero si es admitido el Peñón, está claro que Euskadi y Catalunya, pueden ser admitidas y con equipos competitivos, y se resuelve alguno de los nudos gordianos (¿qué será un nudo gordiano?) de la actual indefinición de los partidos del no sé, a lo mejor.
Situados aquí, al ver el despliegue informativo para colocar como algo importante esa ceremonia del trágala monárquico y constitucional que es que los presidentes de las comunidades autónomas se reúnan en el Senado español, con el suegro y el cuñado de Urdangarin, para hablar según su propaganda, de la situación económica, uno llega a la conclusión que de lo que de verdad han hablado es de fútbol. Es decir, de alta política española.