Crónica | Alain Touraine ante la crisis
Los derechos humanos por delante del poder económico
El poder financiero y económico se ha globalizado de tal manera que es difícil hacerle frente. Los gobiernos ceden, porque no hay un organismo internacional que esté por encima de ese poder. A juicio de Alain Touraine es necesario que los derechos humanos ocupen el papel protagonista frente al poder financiero. «Es un paso al universalismo», dijo.
Juanjo BASTERRA
El sociólogo Alain Touraine visitó ayer Bilbo en su segundo encuentro en menos de un año. Esta vez la fundación Ikerbasque le invitó a hablar sobre las consecuencias de la crisis dentro del ciclo «Zientzia foroa».
Touraine no es breve en sus explicaciones, pero sí convincente. «Por primera vez desde 1929 la mayor parte de los recursos y de los capitales financieros se están utilizando fuera de cualquier función de la economía, de lo social». A punto de sacar un nuevo libro que va en esa dirección sobre el «período postsocial» -el título inicial que se le ocurrió, aunque admitió que «no será, porque no se entiende en su globalidad»-, mostró una visión pesimista de la actual situación y llamó a dar fuerza «a la indignación» y al «universalismo» para resituar los derechos humanos por delante del capital, del poder económico.
Alain Touraine disertó sobre si «hay actores capaces de oponerse a las consecuencias de la crisis en Europa». La conclusión más directa que se puede extraer del cúmulo de reflexiones que planteó el sociólogo es que hay esperanza, pero que habrá que trabajarla mucho. «Frente a la globalización financiera necesitamos fuerzas no de tipo global, sino universalistas, para contrarrestar la fuerza de la globalización financiera».
Connivencia
Admitió que hay una «connivencia de los políticos con el poder económico» que genera una telaraña de corrupción. Pero, en este caso, dejó claro que «es la forma más extrema de desaparición, de pérdida de existencia de muchos actores políticos y sindicales. Más, los políticos. La realidad es que supone una pérdida de influencia. No es bueno, evidentemente». Este veterano sociólogo reconoce que la globalización del capital financiero ha provocado «que no haya ni control social ni político sobre esa masa de capitales. No hay un centro de poder capaz de controlar y orientar a esas masas finacieras». La primera, y fundamental consecuencia, es que «lo social va desapareciendo. Está destruido», porque «los recursos ya no atienden a normas y valores. Así, todo el sistema está desequilibrado».
A su juicio, la inversión ayuda a mejorar la organización de la producción, pero destacó que en este momento «no ocurre así, va por su lado, lejos del control social y político. El sistema se va abajo». En este sentido, reconoció que «la mayoría de los recursos financieros no se invierten en la economía real y productiva, sino que se mueven a nivel mundial por criterios especulativos», lo que genera «una catástrofe». Alain Touraine explicó que «la única cosa que me parece cierta en estos momentos es que los actores sociales y políticos no tienen capacidad de decisión frente al poder económico globalizado».
Sin distinción
Para él, los sindicatos tuvieron fuerza «hasta antes de 1929, con la anterior crisis económica de consecuencias mundiales; los partidos políticos que representaban los intereses sociales y el mundo comunista han desaparecido». Lamentó que en este entramado político actual «no se notan las diferencias entre las actuaciones de los gobiernos de formaciones de izquierdas y de derechas, debido a que han perdido parte de sus componentes éticos y están al servicio del poder financiero», precisó Alain Touraine.
Destacó que en la segunda parte del siglo XX emergieron fuerzas sociales, pero admitió que «se necesitan actores que puedan cambiar y orientar la transformación de la vida social». Remarcó la necesidad del estallido social, porque, a su juicio, «dentro de los movimientos sociales existen dos tipos de componentes. Uno político, pero otro que es esencial y que tienen una base ética sobre la justicia social, sobre la igualdad y sobre la libertad».
Son principios de «enorme influencia», según destacó el sociólogo. Bajo esa base, cree que es necesario que ese «universalismo» atraviese todos esos muros que está poniendo el poder financiero mundial para evitar que escape al control y se torne en una cadena similar al pronunciamiento «a favor de los Derechos Humanos, o a otros derechos, que han sido esenciales» para la evolución de los pueblos y las personas, «con el objeto de restablecer el desarrollo social de la humanidad».