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El Gobierno filipino y el FMLI logran un acuerdo tras 40 años

El Gobierno filipino y el Frente Moro de Liberación Islámica anunciaron un acuerdo que pone fin a 40 años de conflicto y en virtud del cual se creará la región autónoma de Bangsamoro, que integrará a todas las áreas del sur del país donde los musulmanes son mayoría. «Trata de superar nuestros prejuicios, dejando a un lado la miopía que ha entorpecido los intentos del pasado», declaró ayer el presidente.

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El presidente filipino, Benigno Aquino, anunció ayer un acuerdo de paz con el Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI), constituido formalmente en 1984, que pone fin a 40 años de conflicto en el que han muerto más de 120.000 personas.

Este pacto, que se firmará oficialmente el 15 de octubre en Manila y del que serán testigos tanto Aquino como el primer ministro de Malasia, Najib Razak -país donde se ha desarrollado la última ronda de negociaciones-, establece la creación de «una nueva entidad política» de mayoría musulmana en la isla de Mindanao antes de que finalice el mandato de Aquino en 2016. Esta nueva región se llamará Bangsamoro, que significa pueblo musulmán, e integrará todas aquellas áreas del sur de Filipinas donde la comunidad musulmana es mayoría.

«Llevamos dos generaciones desde que empezó el conflicto en Mindanao, un ciclo de violencia que se ha cobrado las vidas de más de cien mil filipinos. Este acuerdo marco abre la vía para alcanzar una paz definitiva y duradera», afirmó el presidente rodeado de su Ejecutivo.

«Este acuerdo crea una nueva entidad política que merece un nombre que simbolice y honre las luchas de nuestros antepasados en Mindanano y celebre la historia y el carácter de esta parte de la nación», añadió. Remarcó también que «este acuerdo marco está por encima de nuestros prejuicios y deja de lado la desconfianza y la miopía que ha minado los esfuerzos del pasado. Habla de aprender duras lecciones y de construir un éxito».

Además de certificar el nacimiento de Bangsamoro, Aquino dio por finiquitado el «experimento fallido» de la Región Autónoma del Mindanao Musulmán (RAMM). «La Constitución y un procedimiento que se atenga a las leyes regirá la transición hacia Bangsamoro», explicó.

No obstante, advirtió que «todavía hay algunos detalles que ambas partes deben ultimar», si bien dejó claro que «las promesas deben cumplirse». «Mi Gobierno se ha comprometido a refrendar una ley que plasme las aspiraciones del pueblo de Bangsamoro», destacó en alusión a la creación de una Comisión de Transición que tendrá de plazo hasta 2015 para redactar una ley orgánica que oficialice esta nueva región, a la que se otorgarán más competencias en cuestiones de seguridad, de Justicia, en materia fiscal y una porción más grande de los beneficios de la explotación de los recursos naturales.

Por su parte, Manila mantendrá las «competencias exclusivas» de Defensa, ciudadanía, política exterior y monetaria, la seguridad y nacionalización tanto de los ciudadanos como de los derechos culturales. A juicio de Aquino, así se garantiza que «Filipinas permanece como una sola nación y un solo pueblo con todas sus diversidades».

Un medio afín al FMLI, que cuenta con 12.000 militantes, celebraba esta noticia en su edición de ayer. Subrayó que «hay una oportunidad, la más grande hasta ahora, para que los moros de Mindanao logren un acuerdo mejor con Manila. Los signos son propicios, la administración de Aquino e incluso aquellos que no están en el partido gobernante, están más abiertos a acabar con este conflicto».

Una hoja de ruta que llega tras largas y complicadas negociaciones

No es la primera vez que se vislumbra el fin de las negociaciones con el FMLI, iniciadas en la década de los 90.

Las conversaciones avanzaron rápido a partir de 2000, cuando Malasia empezó a ejercer de mediador y se consensuaron los temas relacionados con seguridad y rehabilitación, así como el territorio a gobernar por los musulmanes y sus atribuciones.

En julio de 2008, ambas partes firmaron un memorando de entendimiento y parecía que el proceso desembocaba en la paz cuando surgieron problemas imprevistos.

Los terratenientes y empresarios cristianos que iban a perder su estatus y quedar englobados en el nuevo territorio islámico recurrieron al Tribunal Supremo, que paralizó el proceso en agosto de ese año para estudiar si el entonces gobierno de la presidenta Gloria Macapagal Arroyo se había arrogado más poderes de los que le confiere la Carta Magna. El FMLI retomó la lucha armada al sentirse traicionado.

Malasia, Noruega, la UE y el Grupo de Contacto Internacional, entre otros, redoblaron sus esfuerzos para retomar el diálogo. GARA

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