En cualquier ración para compartir, es habitual que la última unidad, esa que todo el mundo quiere comer pero a la que nadie se atreve a echarle mano, se quede en el plato, a pesar de tener muchos pretendientes. En ese momento, siempre sale alguien con más iniciativa, dice que la última es «para el sinvergüenza» y se lleva el último bocado a la boca. En un Astelena que ha apostado por la gastronomía para poder llenar sus gradas, se puede decir que ayer sucedió algo similar con la última plaza para el Cuatro y Medio; Aritz Lasa y Mikel Idoate la tuvieron a su alcance y al final fue el de la Txantrea el que más decisión mostró y el que consiguió disfrutarla, no sin tener que sufrir lo suyo.

El de ayer en La Catedral no fue un partido de esos de alta cocina, ya que ambos pelotaris han tenido tardes mejores, pero sí que tuvo buenos tantos y momentos de delicatessen como ese pelotazo que el de Urretxu pegó por detrás de la espalda en el tanto que supuso el 16-19, terminado con un dos paredes. Pero ninguno de los dos pelotaris llegó fino, el de Urretxu dijo que tuvo dudas sobre saltar a la cancha por el estado de sus manos y el navarro llegó tras jugar el viernes por la noche otra dura previa ante Merino II, y ambas cosas se hicieron notar.

El partido, que constó de varias alternativas, comenzó con Idoate adelantándose 0-4, con varios fallos de su rival al buscarle el ancho. Sin embargo, un pelotazo de Idoate que golpeó en el codo de Lasa -los jueces no concedieron vuelta- dio el saque al guipuzcoano y este le sacó provecho.

Idoate ya tuvo dudas con el resto el viernes y ayer tampoco anduvo fino en esta faceta, con lo que su rival le dio la vuelta al marcador, llegando a doblarle en el mismo, 10-5.

Muchos regalos

Sin embargo, a medida que cerró esta sangría, a Aritz Lasa se le fueron nublando las ideas e Idoate lo aprovechó para recuperar la hegemonía en el marcador. Al de Urretxu, seguramente por el estado de sus manos, se le vio blando, precipitado en muchos momentos, sin determinación acumulando excesivos errores para un partido así.

Por mucho que el iruindarra jugara el viernes por la noche, llegó a los instantes finales del partido mucho más entero y como con más hambre, lo que le permitió llegar al cartón 22 y saborear una plaza muy trabajada.